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Dos años de guerra en Ucrania

martes 27 de febrero de 2024, 04:00h

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En realidad hace diez años que Rusia inició la agresión a Ucrania. Primero con la anexión ilegal de Crimea y a continuación con el inicio de la insurrección de fuerzas prorrusas, armadas, aprovisionadas y asesoradas por Moscú, en las dos provincias del Dombás: Donetsk y Lugansk, insurrección que se transformó en una guerra de baja intensidad que se mantuvo durante seis años, hasta que en febrero de 2022 Putin decidió la intervención a gran escala de su ejército, con el objetivo indisimulado de ocupar la totalidad del territorio ucraniano, con la posible excepción de las provincias del noroeste y, con ello, dio inicio al conflicto actual del que ahora se cumplen dos años.

Lo que parecía y seguramente Putin pretendía una rápida operación militar con aplastamiento de la resistencia ucraniana y la detención y probable asesinato del presidente Zelensky y su gobierno, salvo huida y demanda de asilo en un país occidental, se convirtió en un fiasco ruso por la valentía heroica de los ucranianos, la gallardía y patriotismo de su presidente y su gobierno que permanecieron en Kiev sin acceder a las ofertas de asilo de varios países y la ayuda económica y militar de Occidente, pero también por la inmensa incompetencia y los errores logísticos de los mandos militares rusos.

Aun así, dada la inmensa superioridad en hombres y armas, el ejército ruso consiguió ocupar toda una franja territorial del este ucraniano, que suponía la continuidad territorial entre Rusia y Crimea a lo largo del litoral del mar de Azov, la casi totalidad de cuatro provincias: Lugansk, Donetsk, Zaporiya y Jersón y una parte de la de Járkiv. La brillante estrategia del jefe del ejército ucraniano, el general Zaluzhny, permitió a los ucranianos recuperar parte de los territorios ocupados, incluida la ciudad de Jersón y fijar una línea de frente estabilizada.

Pero ahora, al cumplirse el segundo aniversario de la invasión, el conflicto se ha convertido en una guerra de trincheras y desgaste, con avances y retrocesos mínimos y con enormes pérdidas humanas, que favorece claramente a Rusia, que dispone de muchos más soldados para enviar a morir al frente y de mucha más munición y armamento pesado para gastar.

A esta situación se ha llegado por el comportamiento pacato, timorato, pusilánime de los gobiernos occidentales, que desde el principio prometieron suministrar apoyo armamentístico a Ucrania, pero solo defensivo y siempre han ido con retraso en proporcionar las armas necesarias y cuando lo han hecho ha sido siempre con retraso. Los sistemas de defensa antiaérea tardaron meses, los misiles de medio alcance más, los carros de combate de última generación más y los aviones cazabombarderos aun no han llegado. Si se hubieran suministrado todas estas armas desde el principio la situación sería muy probablemente muy diferente.

Y la falta de suministros de reposición empeora aun más la situación del ejército ucraniano, que padece ahora mismo una severa carencia de obuses y misiles para sostener la guerra de posiciones. Los gobernantes de los países occidentales se han llenado la boca de declaraciones de apoyo incondicional a Ucrania, pero en la práctica su ayuda está siendo precaria e insuficiente. La UE ha estado reteniendo un paquete muy importante de ayuda por la oposición de Hungría, cuyo presidente Orbán es un quintacolumnista de Putin dentro de la unión, y no es el único, y en los Estados Unidos el partido republicano tiene bloqueados cerca de sesenta mil millones de dólares en ayuda para los ucranianos.

La situación es ahora favorable a Putin. Las sanciones occidentales no han debilitado la economía rusa, tiene hombres para enviar a morir por decenas y centenas de miles, una potente industria militar y los suministros de obuses y drones que necesita de Corea del Norte e Irán y cuenta con la pusilanimidad, la pacatería, el apocamiento de los líderes occidentales, a los que desprecia y considera decadentes y degradados.

En estas condiciones ya hay voces en occidente que reclaman una negociación que, en el mejor de los casos para Ucrania supondría perder todo el territorio que ahora está ocupado por Rusia, aproximadamente un 20 % del país. Pero ¿alguien piensa que Putin se conformará? Se tomará entre tres y cinco años para recuperarse y prepararse y volverá a atacar con mayor fuerza. La Ucrania mutilada y Moldavia serían sin duda sus primeros objetivos, pero los países bálticos no pueden estar tranquilos, ni Finlandia, ni Polonia, al fin y al cabo querrá conectar con la provincia de Kaliningrado, un exclave ruso formado por lo que antes fue Prusia Oriental y para ello ha de ocupar Lituania y quizás Polonia. Y querrá una salida no comprometida al Báltico desde San Petersburgo, para lo que ha de ocupar Finlandia.

Todos esos países son miembros de la OTAN, lo que, en virtud del tratado, supondría la guerra abierta, probablemente la tercera guerra mundial. Para no llegar a ese escenario deberíamos apoyar el esfuerzo bélico ucraniano con todo lo necesario, durante el tiempo necesario y al coste necesario. Ya que los ucranianos están dispuestos a poner los muertos y luchar por todos nosotros contra la amenaza rusa, dotémosles al menos de los medios adecuados y suficientes. Y aceleremos su entrada en la Unión Europea, incluso aunque no cumplan todos los requisitos para ser miembro de pleno derecho.

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