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La vergüenza de los Goya

Por Juan Carlos Rodríguez Tur
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rodriguezturicaiborg/12/12/18
jueves 15 de febrero de 2024, 05:00h

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A cara descubierta y con el carné en la boca, así es como van los periodistas de RTVE que no han sido purgados por Su Sanchidad. En la gala de los premios Goya ha trascendido más la bochornosa actuación de Inés Hernand que los méritos de los propios galardonados. Esta gala se ha convertido en un bochornoso circuito de bocas agradecidas que sólo braman por dinero público, mientras se atreven a dar lecciones sobre ética, medioambiente, humildad o historia desde yates, aviones privados o incluso promocionando empresas de países que no respetan los derechos que ellos abanderan.

La polémica presentadora, entre aspavientos y balbuceos provocados por la influencia de alguna sustancia tóxica, con un micrófono de la que un lejano día fue la televisión de todos los españoles le gritaba a su empleador “eres un icono, presi. Te queremos!”. Este arrebato de espontánea sumisión y adulación es tan sólo una prueba más de la degradación de las entidades públicas y las instituciones a la que está sometiendo un Pedro Sánchez que abandonó el pudor para instaurar un mandato de mentiras, nepotismo y un viraje hacia lo absurdo.

Su última ocurrencia ha sido nombrar como presidenta del Consejo de Estado a Carmen Calvo, alguien de méritos desconocidos más allá de sus contradicciones y su servilismo al líder. En un fugaz instante de lucidez, se le recuerda decir en sede parlamentaria que “la amnistía no es planteable en un estado constitucional y democrático porque sería suprimir literalmente uno de los tres poderes del Estado que es el judicial”.

Como es natural en un PSOE que ya ni se parece a lo que un día fue, la exministra ya se ha retractado y ha dejado su escaño para cruzar la puerta giratoria que la ha llevado al Consejo de Estado para seguir contaminando cada resquicio de dignidad que quedaba en las instituciones del país. Este nombramiento se da tras la marcha de otra exministra socialista, Magdalena Valerio, cuyo nombramiento fue tumbado por la justicia por no revestir la condición de jurista de reconocido prestigio, algo que tampoco cumple Calvo vistos los dislates jurídicos a los que nos tiene acostumbrados en los que sólo prueba su ignorancia flagrante, a pesar de ostentar un dudoso doctorado en derecho constitucional.

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