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Crisis en Vox: Para ese viaje no hacían falta alforjas

sábado 10 de febrero de 2024, 00:00h

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La grave crisis institucional provocada por los diputados del Grupo Parlamentario de Vox, Idoia Ribas, Sergio Rodríguez, Manuela Cañadas, María José Verdú y Agustín Buades, parece haber quedado resuelta tras una reunión mantenida este jueves en Palma, entre los cinco díscolos y una delegación de la secretaría general de Vox.

Según informaron desde el Grupo Parlamentario, todas las partes han solucionado lo que califican de “malos entendidos” e “informaciones distorsionadas”, de forma que dicho grupo se mantiene como estaba antes del día 29 de enero, con siete integrantes y con Gabriel Le Senne ostentando la presidencia del Parlament. Así pues, los cinco rebeldes reculan en su intención de expulsar a Le Senne y Patricia De las Heras, presidenta de la formación en Baleares.

Por su parte, el partido que preside Santiago Abascal, archivará los expedientes disciplinarios abiertos contra los cinco diputados que se apartaron de la disciplina de la formación al expulsar a otros dos compañeros, abriendo con su iniciativa una crisis institucional profunda, con la intención de derrocar al presidente del Parlament, algo que no lograron al incurrir en un defecto formal.

Tras once días de tiras y aflojas, de órdagos y amenazas, que han evidenciado una tremenda división interna en el seno de Vox Baleares, y una no menor irresponsabilidad por parte de ambos bandos al trasladar las divergencias a la opinión pública, en lugar de solucionarlas en privado y sin perjudicar a nadie, las aguas vuelven a su cauce, aparentemente.

Sin embargo, como en toda crisis que se desata de forma innecesaria, hay daños colaterales que Vox habrá de asumir y por los que deberá responder. Su imagen pública, de cara a sus propios votantes y al conjunto de la ciudadanía, ha quedado seriamente comprometida, aún más de lo que ya estaba, y ya lo estaba mucho.

En escasamente medio año que llevamos de legislatura, los diputados de Vox han sometido a una tensión descomunal al Govern del Partido Popular, presidido por Marga Prohens. Primero con su voto en contra del techo de gasto; luego con sus ataques al conseller de Educación, Antoni Vera, por la libre elección de lengua; y finalmente en la negociación de los presupuestos de la Comunidad Autónoma para este año, amenazando con tumbarlos votando con la izquierda.

Lo acontecido en Baleares en los últimos once días ha sido la guinda de un pastel que deja a Vox como un socio de gobierno inestable, irresponsable y de escasa fiabilidad. Dispuesto siempre a facilitar munición política a la oposición de izquierdas, sin apenas ganar nada. E incluso perdiendo mucho, como en este último episodio. Pero por el bien todos, de la mayoría parlamentaria de centro derecha y en el suyo propio, señores de Vox, ya es suficiente.