www.mallorcadiario.com

Yo soy rebelde

Por Josep Maria Aguiló
x
jmaguilomallorcadiariocom/8/8/23
sábado 20 de enero de 2024, 10:35h

Escucha la noticia

Aquí donde me ven, con esta carita de no haber roto un plato nunca, debo reconocer que hace años fui lo que suele denominarse un adolescente conflictivo o un joven inadaptado, casi al mismo nivel que Marlon Brando en Un tranvía llamado deseo o que el malogrado James Dean en Rebelde sin causa.

De hecho, en mis años de estudiante en Secundaria a punto estuvieron de expulsarme de forma definitiva de dos institutos, el Verge de Lluc y el Francesc de Borja Moll, en ambos casos por «rebelde». Aun así, al final fueron muy pacientes y generosos conmigo, y pude concluir mis estudios en dichos centros.

En aquella época, cada vez que un profesor o una profesora me preguntaban por qué era tan rebelde, solía encogerme de hombros silenciosamente, como queriendo decir «la verdad es que no lo sé», aunque ahora pienso que habría podido contestarles recitando literal e íntegramente la letra de una de las canciones más famosas de la gran Jeanette.

«Yo soy rebelde porque el mundo me ha hecho así, porque nadie me ha tratado con amor, porque nadie me ha querido nunca oír. Yo soy rebelde porque siempre, sin razón, me negaron todo aquello que pedí, y me dieron solamente incomprensión», podría haber dicho en aquel entonces.

Del mismo modo, podría haber dado también pistas de mis sinceros deseos de una rehabilitación personal absoluta utilizando ante aquellos docentes el estribillo de esa mítica canción. «Y quisiera ser como el niño aquel, como el hombre aquel que es feliz. Y quisiera dar lo que hay en mí, todo a cambio de una amistad. Y soñar, y vivir, y olvidar el rencor. Y cantar, y reír, y sentir sólo amor».

Con el paso de los años, mi antigua rebeldía se iría atemperando poco a poco, aunque yo creo que no llegó a desaparecer nunca del todo. Ese sería el principal motivo por el que, siendo ya adulto, mis compañeros de trabajo y mis mejores amigos me han calificado cariñosamente en alguna ocasión como «raro», «excéntrico» o «peculiar».

En ese sentido, algunas de mis «rarezas» más conocidas serían mi reiterada defensa del centrismo, mi gran admiración por Adolfo Suárez y por Mariano Rajoy, mi fascinación por las mujeres fatales, mi querencia por los paisajes otoñales y nevados o mi pasión por los crespells y los robiols.

Seguramente, podríamos incluir también en ese singular listado mi entusiasmo por José Ortega y Gasset, mi amor por Nueva York, Venecia, Praga o París, mis melancólicos gustos literarios, musicales y cinematográficos, mi pausada manera de hablar, mi particular manera de vestir o mi devoción por los tacones de aguja.

Hace poco, me encontré con uno de aquellos antiguos profesores míos de Secundaria, un hombre al que por cierto respetaba y admiraba mucho. Aún se acordaba de mí y charlamos muy amigablemente durante un buen rato. Fue muy bonito poder reencontrarme con él después de tantos años.

Casi al final de nuestra hermosa conversación y poco antes de despedirnos con un gran abrazo, me preguntó con una sonrisa si yo seguía siendo hoy tan rebelde como lo era entonces.

Le respondí que en cierta forma aún lo sigo siendo, sí, mientras al mismo tiempo pensaba que, muy posiblemente, cada uno de nosotros tenga también siempre en el fondo algo de rebelde, de solitario y de incomprendido, como la maravillosa y adorable Jeanette.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios