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Progreso vs políticas identitarias

lunes 18 de diciembre de 2023, 04:00h

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Vivimos tiempos difíciles para la convivencia, la tolerancia, el respeto, la educación, para la libertad y la igualdad. Esta semana hemos tenido que vivir el bochorno de la presentación del libro de Sánchez junto al mediático Jorge Javier Vázquez y como humillaba a España y a Europa con un debate bronco e inusual de un presidente de un Estado miembro en el Pleno de Estrasburgo. Óscar Puente blanqueando a Bildu como “partido progresista” ante el miserable pacto del PSOE con la banda ultranacionalista abertzale para sacar de la alcaldía de Pamplona a UPN, como calentamiento previo al debate sobre la Ley de Amnistía en el Congreso. Y, desde Argentina, Santiago Abascal clamando que “habrá un momento en el que el pueblo quiera ver a Sánchez colgado de los pies”- claramente haciendo referencia a lo que hicieron con el dictador Mussolini tras su fusilamiento en 1945 en la plaza Loreto de Milán.

Es innegable que los dos extremos polarizados comparten esa crispación y ese maniqueísmo que está cada vez más presente en el panorama político español. Con un claro auge de las políticas identitarias que pone en peligro nuestra convivencia y concordia, como ya ocurre en otros lugares del mundo.

Por un lado, tenemos la derecha illiberal que hace del exabrupto, la intimidación, la descalificación y el resentimiento sus banderas y su improvisado proyecto programático. Han hecho de sus irreverentes insultos, pataletas y de sus irresponsables mensajes su política ficción particular sin posibilidad de abrir un debate serio. Y ya saben lo que opino, que en política no todo vale. La existencia de una derecha, tan identitaria y populista como su espejo en la izquierda, que solo ofrece demagogia, pasado y nostalgia, exacerba las pulsiones reaccionarias y hace imposible el ambiente de entendimiento entre diferentes que debe regir toda democracia parlamentaria.

Por el otro, una izquierda identitaria, desquiciada, desdibujada, que construye muros mentales desde el sectarismo más profundo y que ha desconectado de todos los principios que deberían sostenerla. Una izquierda que alimenta mantras y relatos a golpe de demagogia, dogmatismo y fundamentalismo. Repite una y otra vez como una verdad ideológica absoluta hasta hacerlo creíble entre la opinión pública. Esa misma izquierda que siempre crea marcos mentales, como con el concepto de “progreso”. Como si el progresismo fuera una ideología política. Abandonó su idea fundamental de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, perpetuando divisiones basadas en el lugar de nacimiento. Dejó de lado la búsqueda de igualdad de oportunidades en favor de las políticas identitarias y del nacionalismo. Esa izquierda desconectó hace mucho tiempo de los problemas reales de los ciudadanos y sostiene hoy un Gobierno imprudente frente al nacionalismo excluyente y al populismo que busca dividirnos y enfrentarnos. Y ha terminado normalizando y avalando a los que pretenden acabar con principios tan básicos para la convivencia en común como la solidaridad, la igualdad de oportunidades o la primacía del imperio de la ley. Que a nadie le quepa la menor duda, el nacionalismo es todo lo contrario al progreso. El nacionalismo es desigualdad, discriminación, y exacerbación de las diferencias.

Mirad, esto ya no va de derechas y de izquierdas, sino de mejorar la vida de los españoles y defender la igualdad y la libertad de todos. Por eso, siempre reivindicaré que el progresismo real y efectivo es la antítesis de lo que algunos partidos que enarbolan su bandera no dudan en defender. Promover los privilegios de unos territorios frente a otros, no es progresista, ni mucho menos permitir que los políticos se crean por encima de la ley. Tampoco es progresista defender las identidades excluyentes frente a una ciudadanía de derechos y libertades. No es para nada progresista colonizar las instituciones, en lugar de poner en marcha las reformas necesarias. Ni aferrarse a debates del pasado en lugar de afrontar los retos del futuro.

Porque como decía el filósofo, político y ensayista liberal español Ortega y Gasset “sólo cabe progresar cuando se piensa en grande. Sólo es posible avanzar cuando se mira lejos”.

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