Obsesión por lo que uno considera el cuerpo musculado perfecto. Así se siente padecer vigorexia. La Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria (UTCA) de Son Espases atiende también a personas con este trastorno; aquellas que rinden un excesivo culto al cuerpo. Aunque apenas hay registros, desde que en el año 2000 se constataron los primeros casos en Baleares, ha ido en aumento. Actualmente, no existen estadísticas, pero los expertos estiman que en España entre 20.000 y 50.000 personas padecen vigorexia.
Es difícil determinar este trastorno en una sociedad que, a la vez, está mucho más concienciada de la importancia de tener una dieta equilibrada acompañada de ejercicio físico.
La vigorexia, llamada también dismorfia muscular o complejo de Adonis, ocurre cuando la persona percibe su cuerpo como "insuficientemente musculado", viendo su físico más pequeño del real, y haciendo todo lo posible por mejorar esa apariencia, mediante el ejercicio físico compulsivo, cambios bruscos en la dieta, basándola en el consumo excesivo de carbohidratos, y la toma excesiva de anabolizantes. A diferencia de la anorexia nerviosa, es más frecuente en hombres, de entre 18 y 35 años, y a día de hoy existen pocas investigaciones que ayuden a estimar el grado de prevalencia.
UN LÍMITE DIFUSO
Muchas personas llevan un estilo de vida estricto en cuanto a sus rutinas de ejercicio y alimentación. Pero, ¿cuál es el límite entre disciplina y obsesión? El psiquiatra Martín Mestre explica a este digital que "no todas las personas que hacen mucho ejercicio o cuidan detalladamente su alimentación padecen vigorexia; se trata de un continuum desde la normalidad a lo patológico". La mayoría no saben que padecen este trastorno, y los casos "son difíciles de detectar y cuantificar porque apenas se asiste a terapia, solo en los casos más graves".
En este sentido, el doctor apunta que la diferencia reside en cuanto esa conducta "se vuelve obsesiva y boicotea otros objetivos de tu vida", además de "dejar de respetar los límites de tu cuerpo, por ejemplo con lesiones".
El tratamiento más indicado es el psicológico, nutricional y en ocasiones farmacológico.Desde las terapias psicológicas está la terapia cognitivo conductual que ayude a modificar los pensamientos negativos o creencias distorsionadas sobre la imagen corporal y terapias de tercera generación como la terapia de aceptación y compromiso y terapia basada en mindfulness para aceptar y ser conscientes de los pensamientos y emociones que presentan. Pero, a la vez, también es crucial el asesoramiento nutricional para aprender a alimentarse de forma sana y equilibrada y corregir conceptos erróneos aprendidos.
Sin embargo, lo más importante, apunta Martí, es "conseguir que el paciente sea consciente de la posibilidad de padecer este trastorno; la mayoría de veces la conciencia es nula".
"SU LIBERTAD ESTÁ CONDICIONADA POR EL EJERCICIO EN BUCLE"
Xisca Ferrer, nutricionista , destaca que este trastorno, a diferencia de otros como la ortorexia, no tiene solo implicación en el tipo de dieta, sino que tiene más que ver con una dismorfia muscular, con la errónea percepción del cuerpo, donde la ganancia muscular nunca es suficiente, lo que lleva además a la toma de anabolizantes, algo "muy nocivo para la salud". Las personas que más lo padecen son las que se dedican al culturismo, declara, porque responde "a una comparación continua con el resto de cuerpos musculados, viéndose todo el rato menos músculo del que tienen".
"Siempre les derivo a un especialista en salud mental, pero a veces desde el punto de vista de la psiconutrición, se ayuda a complementar el tratamiento que solo la psicología no puede solventar, evitando ese exceso de consumo de carbohidratos que se consume para verse el músculo más redondo".
"No me parece suficiente". Es la frase que más escucha Xisca como señal de alarma. En los casos, se aprecia baja autoestima, ligada constantemente a la imagen corporal, con conductas obsesivas sobre el ejercicio y la nutrición, todo con un único objetivo: muscularse más. De igual forma, el doctor Martí Mestre relata cómo la libertad personal de los pacientes "se ve condicionada por el ejercicio, ya que si no lo realiza, siente malestar emocional, lo que hace que se repita una y otra vez, en bucle, sin conseguir esa ansiada percepción corporal".
Al igual que ocurre con la anorexia o la bulimia, las redes sociales juegan un papel crucial, dando, en ocasiones, "una imagen sesgada del cuerpo humano", y donde se propicia a compararse aún más con otros cuerpos. Darle la vuelta a esta situación y utilizarlas para dar visibilidad.