Previendo que finalmente habría un acuerdo de investidura o de legislatura entre 23 partidos distintos —incluidos los 16 que conforman Sumar— para garantizar la «estabilidad» —sic— en esta nueva legislatura, estuve buscando estos días por Internet a ver si tal vez habría la posibilidad de poder comprar para mí un kit (constitucional) de supervivencia para intentar afrontar con éxito estos próximos cuatro años.
Tras varios días de búsqueda, he de reconocer que no he encontrado ningún kit de supervivencia específico para salvaguardarme a mí y por supuesto también a la Constitución de posibles inclemencias, aunque también es cierto que he visto que los kits estándar contienen algunos elementos más que aprovechables para ayudar a sobrellevar lo mejor posible la actual situación política.
Así, he podido comprobar que la mayoría de esos estuches contienen casi siempre un botiquín de primeros auxilios, una brújula de última generación, una linterna para poder moverse con soltura en la oscuridad, unos auriculares de protección, unos tapones para los oídos y unos bastones de emergencia.
Algunas mochilas cuentan, además, con objetos ya más especializados, como por ejemplo unos prismáticos de largo alcance, un taburete plegable, una cuerda paracord, una bolsa de hidratación, un encendedor de pedernal e incluso a veces también una pequeña tienda de campaña.
Ante la posible eventualidad de tener que pasar, tal vez, algún tiempo fuera de casa, he descubierto que hay igualmente macutos que incluyen un infiernillo eléctrico —no confundir, por favor, con el que podemos vivir a partir de ahora—, un pelador de patatas y otro de tomates de la huerta, un vaso plegable que se puede reciclar, una taza y una olla de acero inoxidable, una cantimplora de aluminio, un set de cubiertos y hasta un salt&pepper, que no sabía lo que era hasta que lo miré también en Internet, aunque todavía ahora no lo acabo de tener aún del todo claro.
Como ven, en general se trata de estuches muy completos, por lo que para confeccionar mi propio kit (constitucional) de supervivencia únicamente tendría que añadir, en principio, sólo cuatro o cinco elementos más. Estoy pensando ahora mismo en un ejemplar plastificado de la Constitución, que además pudiera ser llevado en el bolsillo sin ser detectado, dos pequeñas banderas plegables —una española y otra de la Unión Europea— y unas fotos antiguas en color sepia de la época de la Transición.
En mi kit habría también, dado mi marianismo irredento, un muñequito de Mariano Rajoy deudor de los muñequitos de Elvis que hace unos años había en los salpicaderos de los coches y que se hicieron especialmente populares entonces. En el caso del muñequito de Mariano, movería la cabecita de izquierda a derecha, como para dar a entender su sorpresa y su perplejidad —que hoy sería también un poco la mía—.
No todos mis amigos y conocidos coinciden en mi idea de que tal vez sería bueno contar a partir de ahora con un kit como el que les acabo de detallar. De hecho, algunos de ellos están tan felices desde el pasado jueves, que yo creo que lo que les haría hoy de verdad felices sería que les regalasen una especie de cotillón como los que se reparten en Nochevieja, que ya saben ustedes que suelen incluir adornos, disfraces, máscaras, confetis, serpentinas y matasuegras —con perdón—.
También es verdad que algunos buenos amigos socialistas me han mostrado su sincera predisposición a comprar o adquirir mi mismo kit (constitucional) de supervivencia, incluido el muñequito de Mariano. Así que a veces pienso que tal vez hoy sea más verdad que nunca aquel popular refrán español —adjetivo calificativo que de momento creo que aún se puede usar sin que te pongan una multa— que dice que no hay mal que por bien no venga.