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Volando con borrachuzos

Por Joan Miquel Perpinyà
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jmperpinyamallorcadiariocom/10/10/25
jueves 07 de septiembre de 2023, 07:00h

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Raro es el día en verano que no se notifica un incidente a bordo de un avión, con uno o varios pasajeros borrachos o violentos o ambas cosas a la vez. Se trata de vuelos que provienen de Reino Unido o de Alemania, normalmente en compañías low-cost. A veces, en los casos más graves, las tripulaciones se ven en la obligación de desviar el vuelo al aeropuerto más cercano, como si se tratase de la emergencia médica de un paciente. Incluso hemos visto imágenes de grupos enteros bailando en el pasillo en pleno vuelo, con altavoces enormes a pleno volumen e incluso lucecitas de colores rollo discoteca.

Se van de marcha a Baleares y empiezan la marcha desde que salen de su casa, ya bien cocidos y embriagados. Siguen bebiendo alcohol en el aeropuerto. Embarcan beodos y a bordo tampoco paran de beber. Cuando llegan a su destino, apenas se tienen en pie. Llegan a su hotel, dejan la maleta y se largan a la calle a seguir la fiesta, aunque su nivel de conciencia ya está muy resentido.

Los otros pasajeros que tienen la desgracia de volar junto a estos desaprensivos, se ven en la obligación de soportar sus excesos, sin que nadie pueda hacer nada. Aquellos son incontrolables y no queda más remedio que resignarse, aguantando sus melopeas. Pero esto no es justo ni aceptable. Nadie tiene la obligación de soportar una situación así.

Es preciso que se sancione con total dureza a quienes se comportan así y alteran el orden o molestan al resto de pasajeros. Aún con más mano dura si su bestialidad pone en riesgo la seguridad del vuelo, como algunas veces sucede. Porque no se tiene constancia de lo que les sucede a quienes se comportan como animales, ni si son multados, ni si se les impide volver a volar.

Si no se les frena de algún modo, se transmite un mensaje muy negativo de que pueden hacer lo que quieran. Y de ahí que al final, cuando vienen a Mallorca e Ibiza, mayoritariamente, crean que pueden seguir haciendo lo que les venga en gana, sin hacerse responsables de sus propios actos. Pero esto no puede seguir así, porque lo que antes era anecdótico, ahora ya es más que habitual.

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