El fútbol no retribuye igual a los hombres que a las mujeres y Yolanda Díaz quiere arreglarlo. Ve en eso una vulneración de los derechos fundamentales y ya ha puesto en marcha a los Inspectores de Trabajo para corregir esta situación. La Constitución está a salvo con la Sra Vicepresidenta.
De llevarlo a cabo, sería la antesala de la desaparición del fútbol femenino. Ningún club pagaría igual por algo que genera menos que los hombres. Porque el fútbol femenino, nos guste o no, no genera aún el mismo volumen de ingresos. Es aún muy reciente y desconocido. Dele más tiempo y puede que crezca la afición por ellas y lo que estaría dispuesto a pagar esa masa creciente por verlo en bares o en su casa.
Aunque hay quien dice que el porcentaje entre los salarios de las chicas, comparado con lo que generan, es mucho mayor que el de los hombres. Esta ratio en términos relativos sería más justa que la comparación de los salarios en términos absolutos.
No todos los jugadores masculinos valen (generan) lo mismo. De hecho, alguna futbolista vale más que algunos futbolistas masculinos. El valor se extrae de lo que es capaz de generar una persona, sea hombre o mujer. No confunda más a la gente.
El salario de un futbolista se pacta en una negociación entre el club y el propio deportista. Es la oferta y la demanda. Si Messi cobra mucho es porque él o su representante han ido preparados a las reuniones previas al fichaje por un club. Él estima lo que generará el club gracias a su incorporación en sus filas. El club también ha hecho esos números y tiene claro hasta dónde está dispuesto a pagar por el jugador. Sabe hasta dónde estirar y debe saber la oferta que podría hacer otro club de fútbol por ese jugador.
Les invito a ver Air, la película que narra cómo Michael Jordan fichó por Nike, una marca de segunda en la época en comparación con Adidas o Converse. La mayor estrella del baloncesto se fue a Nike por la negociación que llevó un directivo (representado por Matt Damon) con una mujer, su madre, que supo negociar los ingresos que podría generar su hijo. E innovó en la forma de obtenerlos. Jordan ganó más que nadie, incluidas las mujeres baloncestistas de la NBA, y fue por culpa de una mujer.
Nike apostó fuerte, incluso por encima de sus posibilidades porque intuía lo que iba a generar por este irrepetible activo. No les desveló más.
Imagínese lo ridículo de que el resto de los jugadores de la NBA dijeran que es discriminatorio no ganar igual que Michael Jordan porque, como él, son jugadores y hombres. Por cierto, nadie alzó la voz porque los jugadores mejor pagados de la NBA son negros y los blancos se sentirían discriminados. Imagínese también que las chicas se subieran al carro de cobrar igual que Michael Jordan. Sería el fin de la NBA y de la WNBA (la NBA de mujeres). Lo mismo para cualquier competición.
No se trata de hombres ni mujeres, ni de blancos ni de negros o caucásicos. Se trata de valor. El valor de un jugador o jugadora es su capacidad de generar ingresos. La oferta y la demanda marcarán el precio, es decir, el salario. No hay más.
Un club es una empresa privada que toma decisiones en función de la rentabilidad de sus inversiones. Un jugador o una jugadora es un activo que generará ingresos futuros al club al que pertenece y que se irá a otro que le pague más, incrementando la presión sobre la demanda y, por tanto, su precio. Es decir, su salario.
El exceso de intervención estatal que propugna Yolanda Díaz enviando a los Inspectores de Trabajo puede cargarse el fútbol femenino porque si pretende que un club pague por Jenni Hermoso (la jugadora más televisiva) igual que por Messi, el club cerrará porque no le saldrán las cuentas.
Puestos a obligar a equiparar costes (salarios), obligue, sra. Vicepresidenta, a equiparar ingresos si quiere salvar el fútbol femenino. Obligue a las televisiones a pagar igual a los clubes por derechos de transmisión de los partidos de los chicos y los de las chicas. Aunque no se llenen los bares o casi nadie encienda la tele. Obligue a los espectadores a pagar el mismo importe de la entrada para ver a unos y a otras. Así salvará el fútbol femenino y hundirá las televisiones y algún bolsillo que otro.
Habrá gente que aplauda esta decisión de la Vicepresidenta, pero detrás de ella no hay más que ignorancia y populismo. Me inclino más por lo primero.
Sí le doy la razón, sra. Vicepresidenta, en una cosa: Si hablamos de valor como eje de la negociación de sueldos ¿por qué no disuelve la normativa que no permite equipos mixtos en Primera División? Eso sí discrimina. Permita que el Barça o el Madrid puedan incorporar mujeres válidas en sus plantillas junto a los hombres.
Ah no, que abrimos un melón y luego obligarían a la paridad de hombres y mujeres en el mismo equipo ¿delanteros ellos o ellas? ¿portero y portera bajo los palos?