Perras para criar como máquinas. Es la triste historia de miles y miles de animales en nuestro país. En la perrera de Palma hay un caso que ilustra esta realidad ante la pasiva mirada de sus responsables.
Se trata de dos perras adultas -una al menos de 12 años- que entran y salen de la perrera constantemente para asombro de los voluntarios.
Hasta en nueve ocasiones han sido recogidas de la calle en mal estado y hasta nueve veces le han sido devueltas a su propietario. No importa que malvivan en la calle o que se alimenten de la basura: el propietario va a la perrera, paga la correspondiente tasa y se las lleva de vuelta.
La crítica es unánime: "¡Basta ya de tolerar esto! Luego lo llaman centro de protección animal? Tolerando esto, desde luego NO"