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El melancólico 40 cumpleaños del Estatut
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El melancólico 40 cumpleaños del Estatut

Por Josep Maria Aguiló
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jmaguilomallorcadiariocom/8/8/23
miércoles 01 de marzo de 2023, 04:00h

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El 1 de marzo de 1983 entró en vigor nuestro primer Estatut, tras la publicación ese mismo día en el BOE de la Ley Orgánica 2/1983, de 25 de febrero, de Estatuto de Autonomía para las Islas Baleares. Por tanto, este miércoles se cumplen exactamente cuarenta años de aquella efeméride histórica y, además, se cumplen también veinticinco años desde que el Dia de les Illes Balears pasó a ser considerado como un día festivo no laborable. Aquel pionero Estatut sería reformado a fondo años después, a través de la Ley Orgánica 1/2007, de 28 de febrero, pero la esencia del texto originario sigue todavía ahora vigente, con sus muchas luces y sus inevitables sombras.

De algún modo, el 1 de marzo de 1983 se hizo finalmente realidad en Baleares un sueño que, de alguna manera, se había iniciado tímidamente durante la Segunda República, con el anteproyecto del Estatuto de Autonomía de 1931, y se había retomado partiendo de cero casi medio siglo después, con la recuperación de las libertades democráticas.

"Para conseguir grandes cosas no sólo debemos actuar, sino también soñar; no sólo debemos planear, sino también creer", escribió en cierta ocasión el gran escritor y político francés Anatole France. En nuestro caso, gracias al trabajo y a la fe de las generaciones que nos precedieron, hace justo cuatro décadas fue posible la materialización de aquel sueño tanto tiempo postergado.

Previamente, el nuevo sendero hacia la democracia había comenzado en nuestro país el 22 de noviembre de 1975, con la proclamación de Juan Carlos I como rey de España. Apenas un año después, el 18 de noviembre de 1976, las antiguas Cortes franquistas aprobaban la Ley para la Reforma Política, impulsada por el primer gobierno de Adolfo Suárez y refrendada en referéndum por la mayoría del pueblo español el 15 de diciembre de aquel mismo año. El periodo histórico que se inició en aquella época sería conocido posteriormente como la Transición, que se prolongaría hasta 1982, aproximadamente.

El siguiente gran hito democrático, tras la legalización de todos los partidos —incluido el PCE en la Semana Santa de 1977—, fue la convocatoria de elecciones generales para el 15 de junio de 1977. En aquellos comicios de carácter constituyente, el triunfo fue para la UCD de Adolfo Suárez, mientras que el PSOE de Felipe González pasó a ser el principal partido de la oposición. Aquel contexto político empezaba a ser ya propicio para las incipientes y renacidas ansias autonomistas de Baleares.

De hecho, el 4 de junio de 1977 la mayoría de partidos políticos isleños de la época habían firmado ya el denominado 'Pacto Autonómico', por el que se comprometían a intentar lograr para Baleares su primer Estatut. Unos meses después, el 29 de octubre, tuvo lugar en Palma una gran manifestación bajo el lema 'Per l'Autonomia', en la que participaron más de 20.000 personas, por lo que esa marcha sigue siendo aún hoy una de las mayores movilizaciones de nuestra historia democrática. Todavía en 1977, los diputados de Baleares elegidos en las citadas elecciones generales aprobaron el 12 de diciembre el 'Proyecto de régimen transitorio para la autonomía de las Islas Baleares'.

UNA NUEVA CONSTITUCIÓN

Con la llegada de 1978, se dieron nuevos pasos en esa prometedora dirección descentralizadora, pues esos mismos diputados isleños aprobaron el contenido del Real Decreto Ley 18/1978, de 13 de junio, en el que se fijaba la estructura del régimen preautonómico, con la creación del Consell General Interinsular —antecedente directo del Govern— y de los consells insulares de Mallorca, de Menorca y de Eivissa-Formentera. Un mes después, el 28 de julio, el Consell General Interinsular se constituía ya formalmente en el Castell de Bellver. Su primer presidente sería Jeroni Albertí, que entonces era senador y miembro de UCD, partido que abandonaría en 1982 para crear UM.

Para que Baleares y las otras regiones pudieran seguir avanzando en su senda hacia la obtención de un mayor reconocimiento territorial, se hacía imprescindible que España contase con una Carta Magna, es decir, con una ley fundamental que, entre otras cosas, determinaría las condiciones y los límites del futuro Estado autonómico. Tras meses de intenso debate en el Congreso y en el Senado, sobre la base del anteproyecto que habían elaborado los siete diputados estatales conocidos como los "padres de la Constitución", la nueva Carta Magna sería aprobada por las Cortes el 31 de octubre de 1978 y ratificada mayoritariamente en referéndum el 6 de diciembre de aquel año.

Desde la restauración de la democracia, los españoles nos estábamos acostumbrando felizmente a votar con una cierta asiduidad, y así sucedió de nuevo en 1979. Así, el 1 de marzo se celebraron unas nuevas elecciones generales —las primeras tras la aprobación de la Constitución—, de nuevo con la victoria de UCD, que volvió a formar gobierno. Un mes después, el 3 de abril, se celebraron las preceptivas elecciones municipales, casi medio siglo después de las últimas municipales que había habido en nuestro país. Aquellas lejanas elecciones municipales habían tenido lugar el 23 de abril de 1933 y fueron las primeras en las que las mujeres españolas pudieron votar.

Por lo que respecta a los citados comicios locales del 3 de abril de 1979, tuvieron una importancia decisiva para que Baleares pudiera dar un paso más en su camino hacia la autonomía. Hay que recordar que en el Archipiélago no sólo se eligieron entonces los alcaldes y los ediles de las distintas corporaciones municipales, sino también los representantes de los consells de Mallorca, de Menorca y de Eivissa-Formentera. Por tanto, aquellos fueron nuestros primeros comicios preautonómicos, y, a la postre, también los últimos en el marco de ese provisional nivel representativo, pues las elecciones regionales que se celebrarían cuatro años después ya serían plenamente autonómicas.

El primer presidente del Consell de Mallorca tras los mencionados comicios del 3 de abril fue Jeroni Albertí. De ese modo, a partir de 1979 y hasta 1982 Albertí presidió al mismo tiempo el Consell General Interinsular —por elección indirecta— y el Consell de Mallorca —por elección directa—. Una de las particularidades del Consell General Interinsular fue, precisamente, que sus integrantes y sus dos únicos presidentes —Jeroni Albertí y Francesc Tutzó— fueron elegidos siempre de forma indirecta a lo largo de sus cinco años de existencia.

UN PROCESO COMPLEJO

Con la nueva Constitución española y las instituciones preautonómicas ya en marcha, había llegado el momento de empezar a redactar el anteproyecto de nuestro primer Estatut. Esta labor recayó sobre la 'Comissió dels Onze', que se constituyó en junio de 1980 y que estaba conformada por cuatro miembros de UCD, dos del PSOE, uno del PCE, uno de AP, uno del PSM, uno del Partit Socialista de Menorca y un independiente por Eivissa y Formentera. A comienzos de 1981, hubo un sobresalto inesperado, pero no en el seno de dicha comisión, sino en el conjunto de España, con el intento de golpe de Estado del 23 de febrero, desarbolado ese mismo día con autoridad y firmeza por el Rey.

Ya en abril de 1981, tras varios meses de trabajo, la 'Comissió dels Onze' entregó al Consell General Interinsular un primer anteproyecto o borrador de lo que debería ser el futuro Estatut. Sin embargo, la falta de consenso entre los propios miembros de dicha comisión sobre algunos puntos, como por ejemplo la lengua o la bandera, provocó que Albertí decidiera disolver la 'Comissió dels Onze' un mes después. En ese contexto, en el verano de 1981 UCD y PSOE llegaron a un acuerdo acerca de cuál debería ser el texto definitivo del Estatut, que finalmente fue elaborado por la denominada 'Asamblea de parlamentarios y consejeros interinsulares' los días 4, 6 y 7 de diciembre de 1981.

Dos semanas después, el 16 de diciembre de 1981, el proyecto del Estatut fue presentado en el Congreso de los Diputados. Al no ser Baleares una comunidad de las denominadas históricas, había iniciado el proceso autonómico por la vía del artículo 143 de la Constitución, que era una vía algo más lenta y que establecía un menor nivel competencial que la vía del artículo 151, que sólo siguieron Cataluña, el País Vasco, Galicia y Andalucía. En el caso de Baleares, la conclusión del proceso autonómico se demoró, además, algo más de lo esperado, al quedar paralizada temporalmente la tramitación del Estatut en las Cortes por la convocatoria de elecciones generales para el 28 de octubre de 1982.

Dichos comicios supusieron un vuelco político en España, con la victoria del socialista Felipe González por mayoría absoluta, la práctica desaparición de UCD y el ascenso hasta el segundo lugar de la coalición AP-PDP, liderada por Manuel Fraga. Una vez constituido ya el nuevo Parlamento, los trámites para la aprobación del Estatut se aceleraron de manera significativa, hasta llegar al 22 de febrero de 1983, en que dicho texto fue definitivamente aprobado en el Congreso con 206 votos a favor, uno en contra y 97 abstenciones. En aquellas fechas entraron también en vigor los estatutos de Madrid, Extremadura y Castilla y León, que, junto con el de Baleares, fueron los últimos en ser aprobados.

Con posterioridad, el 8 de mayo de 1983, se celebraron una nuevas elecciones municipales en el conjunto de España y las primeras ya plenamente autonómicas en 13 comunidades, incluida Baleares. La candidatura de Gabriel Cañellas por AP-PDP-UL y la de Fèlix Pons por el PSOE obtuvieron el mismo número de diputados, 21 en total. En aquel contexto, la UM de Jeroni Albertí, que había logrado seis escaños, decidió apoyar a Cañellas en la investidura. De ese modo, el 10 de junio Cañellas se convirtió en el primer presidente autonómico de Baleares. En aquel día histórico nacía el Govern como tal y al mismo tiempo desaparecía el Consell General Interinsular. El círculo se había cerrado.

DE AYER A HOY

Más allá de la política, en aquella España —y en aquellas Baleares— de hace cuarenta años, sólo había aún dos únicos canales de televisión, pues las cadenas privadas, las autonómicas y las plataformas no llegarían hasta bastante tiempo después. Tampoco había entonces en nuestro país teléfonos móviles, ni Google, ni Internet, ni redes sociales, ni selfies, ni aplicaciones para intentar ligar, ni periódicos digitales, ni casi apenas ordenadores, pero los españoles nos defendíamos más o menos bien con las cabinas telefónicas, las enciclopedias, las cartas manuscritas, los faxes, las cámaras de fotos analógicas, las citas románticas en las cafeterías y los diarios en papel.

En el marco ya estrictamente institucional, otra diferencia esencial entre 1983 y 2023 es que entonces existían partidos políticos tan relevantes como UCD o como el CDS, que acabarían desapareciendo, o como AP, que se reconvertiría en el actual PP en enero de 1989. En clave ya más autonómica, el histórico PSM impulsaría en 2010 Més per Mallorca, mientras que UM se disolvería en 2011 para dar paso poco después al PI. Si nos situamos de nuevo en el ámbito de la política nacional, mucho más reciente es aún la aparición de partidos como Unidas Podemos, Ciudadanos o Vox.

A lo largo de estos cuarenta años, Baleares ha tenido hasta ahora seis presidentes autonómicos. En concreto, Gabriel Cañellas, Cristòfol Soler, Jaume Matas, Francesc Antich —estos dos últimos en sendos mandatos alternos—, José Ramón Bauzá y Francina Armengol. En el transcurso de ese dilatado periodo, el Estado fue transfiriendo de manera progresiva a la Comunitat todas las competencias previstas en el Estatut, incluidas las de sanidad y educación. Por su parte, el Govern inició en los años noventa la cesión paulatina de una parte de esas competencias a los consells insulares, como por ejemplo las de carreteras, las de menores tutelados o las de turismo. Otro hecho institucional significativo fue la constitución del primer Consell de Formentera en julio de 2007, tras la aprobación de la reforma del Estatut y la celebración de las elecciones locales del 27 de mayo de aquel año.

Muy posiblemente, las dos únicas asignaturas aún hoy pendientes a nivel autonómico son recibir de manera progresiva una mejor financiación por parte del Estado y desarrollar en su integridad el Régimen Especial de Baleares (REB), creado para intentar compensar las desigualdades derivadas del hecho de ser una comunidad insular. El último avance en ese sentido se produjo en octubre del pasado año, cuando el Gobierno central anunció que en los Presupuestos Generales del Estado incluiría por vez primera el desarrollo de la parte fiscal del REB con dos nuevas deducciones específicas para Baleares.

Con motivo del cuarenta aniversario de nuestro Estatut, la presidenta Armengol ha afirmado estos días que "es la norma fundamental que nos ha permitido avanzar hacia una sociedad moderna". Aun así, el posible alcance real de ese avance sigue siendo hoy objeto de controversia, pues los partidos soberanistas y nacionalistas consideran que ese avance ha sido insuficiente, mientras que las formaciones estatales liberales y conservadoras lo tildan de excesivo en algunas materias concretas. Desde esa perspectiva de una insatisfacción hasta cierto punto compartida, podría quizás concluirse que el gran escritor y político Anatole France tenía de nuevo razón cuando afirmó que "todos los cambios, incluso los más ansiados, llevan siempre consigo una cierta melancolía".

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