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El Bungalow, una víctima más de la turismofobia de este Gobierno

jueves 22 de septiembre de 2022, 01:00h

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Primero fueron los chiringuitos de Sa Caseta des Capellans -La Ponderosa, Can Gavella y Olimpia Opa & Oma-, luego la piscina del Mar y Paz, en Can Picafort, y ahora son El Bungalow y El Peñon los negocios que se encuentran en el punto de mira de Demarcación de Costas.

Un informe del mes de julio decreta el derribo de este establecimiento por motivos medioambientales. Curiosamente, el restaurante -uno de los más emblemáticos para comerse una paella al lado del mar en Mallorca- lleva 40 años operando sin problema y con la preceptiva licencia de actividad pero precisamente este año, a pocos meses de las elecciones, Costas encuentra del todo inviable el mantenimiento del negocio.

Cierto es que carece de la licencia de ocupación de Costas pero, en vista de la cantidad de años que lleva en activo sin un solo aviso del departamento gubernamental, resulta del todo evidente que en esta ocasión -como en el resto- nos encontramos ante una aplicación de la norma que responde a una consigna política: acabar con todo lo que atraiga turismo.

Porque una costa sin negocios de restauración es infinitamente menos atractiva que una primera línea con chiringuitos. No importa el (buen) servicio que presten y la contribución al 'residuo cero' que ofrezcan: son un foco de atracción de gente y eso es lo que no quieren quienes gobiernan. O al menos, una parte de los que gobiernan (Més per Mallorca) con el beneplácito de quienes les acompañan (PSIB y Podemos).

La ley es para todos y todos deben cumplirla. Sin embargo, resulta inquietante cuando es la propia Administración la que da volantazos en la interpretación de las normas para aplicar sus designios en función de sus necesidades electorales, más que en el bien común. Si estos negocios son un peligro, lo han sido siempre y cabría preguntarse por qué los que ahora ponen el grito en el cielo no actuaron antes, con la diligencia que se les presupone.

Y si no lo son -y, de hecho, son generadores de negocio, puestos de trabajo e imagen amable del destino- cabría preguntarse hasta cuándo durará esta campaña de hostigamiento bajo pretextos de emergencia climática que muy pocos se creen. Pocos, por no decir los suyos.

Hará bien el ala socialista del Govern prestando atención a la recogida de firmas puesta en marcha, en favor de estos chiringuitos. Verá de qué lado está la calle.