A expensas del desenlace del polémico patrocinio del Mallorca por parte del Consell, el portavoz del Govern, Iago Negueruela, ha defendido este lunes la postura del Ejecutivo acerca de la cuestión nuclear del embrollo: la promoción turística.
No hay que olvidar que los 1,8 millones de euros que el gobierno insular pretende inyectar en el club tenían inicialmente como objetivo la promoción de la isla fuera de la temporada alta ante un target de visitante distinto y atractivo. Sin embargo, la explosión del caso por motivos –e intereses- puramente políticos ha enterrado la finalidad turística de la partida y está aún por ver cómo y a qué se destina esa generosa cantidad de dinero público.
En cualquier caso, el conseller de Turismo i Model Económic, Iago Negueruela, ha tenido que recordar que la promoción turística -tan detestada y criminalizada por parte de sus socios de Govern, Més y Podem- hace años que no está enfocada hacia los meses de verano sino que sólo se trabaja con determinados productos de cara a los meses de invierno, “en los que hay que potenciar cierta actividad”.
Cierta actividad, no olvidemos, que es la que permite mantener a flote a miles de trabajadores que cobran un sueldo y no una prestación de desempleo, lo que significa calidad de vida para el individuo y un fortalecimiento del tejido económico para la sociedad en su conjunto.
El turismo es sinónimo de empleo y el empleo de bienestar social, algo que a estas alturas del partido debería estar ya más que asumido por parte de todos –sobre todo, de los que nos gobiernan- y más aún después de dos duros años de pandemia que han arrasado miles de negocios y puestos de trabajo, tal y como ha recordado Negueruela, que sí entiende la gravedad de arremeter contra la industria que da de comer a toda una comunidad, de manera directa o indirecta.
Si Baleares ha alcanzado el pleno empleo y por tanto, sus habitantes pueden disponer de un medio digno de vida, es gracias al músculo del turismo, algo de lo que Més y Podemos reniegan constantemente ya que prefieren enfocar el discurso únicamente en la saturación y poner todas las trabas posibles al desarrollo del sector.
Una posición legítima –que no responsable- y que, desde luego, tendrán que explicar a sus votantes –en especial, Podemos- el próximo mes de mayo, cuando lleguen elecciones. Será el momento para decirles que quieren unas islas con menos turistas. Y menos trabajo.