Sin corbata y sin REB

Como cada año, a primeros de agosto, el presidente de turno del Gobierno se digna a visitar las Illes Balears, en este caso Mallorca, para honrarnos con su presencia. No crean que lo hace para conocer de cerca la realidad de las islas, ni siquiera para inaugurar algo. Lo hace porque toca despachar con el Rey, que, a su vez, lleva ya unos días en la isla para competir en la competición de vela que lleva su nombre desde hace 40 años y en la que tanto disfrutó su padre, el Rey emérito, que seguro recordará con nostalgia el verano mallorquín desde su exilio forzado. Y es que los veranos ya no son lo que eran en el pantalán del Club Naútico de Palma.

Pero volvamos a la presencia del presidente del Ejecutivo, que siempre se ha prodigado poco por estos lares, sea del color político que sea. O viene para el despacho estival con el Rey o bien en campaña electoral, cuando no queda más remedio y hay que pedir el voto a la desesperada, con promesas que luego rara vez se cumplen.

En esta ocasión, el presidente del Gobierno tuvo el detalle de anunciar que los ciudadanos de las islas también tendremos bonificados los viajes en tren y metro, como los peninsulares, porque, aunque muchos en Madrid no lo sepan, aquí también hay tren. Tocaba corregir el desagravio cometido unos días antes, cuando se anunciaba la medida para todo el territorio peninsular para los viajes de RENFE, sin contar con la singularidad de Mallorca.

Pero sin pretenderlo -error de sus asesores y descoordinación con el Govern-, Sánchez soliviantó a los menorquines, ibicencos y formenterenses, que no disfrutan de las ‘ventajas’ del tren, y rápidamente tuvieron que improvisar otra medida a modo de reparación: 50% de descuento en el autobús.

Lo dicho, a golpe de improvisación. Así parece caminar un Gobierno al que se le acumulan los problemas y cuya capacidad de respuesta ante asuntos de Estado, como es ahora la espiral inflacionista, el suministro energético, la migración irregular o la lucha contra el cambio climático, deja mucho que desear o se reduce a gestos ridículos, como el de liberarse de la corbata. ¡Como si todo el mundo fuera por la calle o a su puesto de trabajo con corbata! Decisiones que irritan a la gente todavía más y encienden al personal, que cada vez está para menos bromas.

El tema es que Sánchez va sin corbata y las Illes Balears siguen sin REB, ese acrónimo que ustedes habrán oído en numerosas ocasiones -aunque esta legislatura menos por culpa de la pandemia y el escaso espíritu reivindicativo del Govern Armengol-. Por si todavía hay algún despistado que no sabe lo que significa REB, hablamos del Régimen Especial de las Illas Balears, un marco jurídico y normativo por el que se regulan las compensaciones económicas que debería recibir nuestra comunidad para neutralizar los sobrecostes de la insularidad.

La última modificación de dicho marco data de febrero de 2019, cuando PSOE y Unidas Podemos -entonces mejor avenidos que ahora- aprobaron una serie de medidas en el Consejo de Ministros para salvarle la cara a Armengol. La oposición lo calificó entonces de ‘REB fake’, porque el meollo, la parte fiscal con compensaciones a las empresas y al sector productivo de las islas y que el Govern anunció en 270 millones de euros, quedaba supeditada a la tramitación parlamentaria.

Pero todos sabemos lo que sobrevino a principios de 2020 y nunca más se supo del REB. Así que, en su comparecencia tras despachar con el Rey, algún osado e incansable periodista volvió a preguntar al presidente nacional por esta cuestión. ¿Para cuándo el REB? Pero Sánchez regateó la pregunta con la destreza que le dan los años al frente del cargo.

Total, a quién le importa eso del REB. Además, debe pensar que todavía queda margen para la próxima cita autonómica y que, llegado el caso, como en 2019, bastará con otro anuncio ‘in extremis’ para quedar bien con Balears y contentar la dócil resistencia de una presidenta que hizo bandera del ‘Madrid me mata’ durante su primer año y medio en el Consolat, justo hasta la llegada de Sánchez a La Moncloa.