Desde niño, casi siempre suelo dormir de lado y acurrucado, y además bien tapadito, sobre todo en invierno. Es como si colocado así, de ese modo, estuviera algo más protegido de los posibles miedos y temores que en la oscuridad de la noche pueden llegar a acecharnos a casi todos.
Seguramente, cada uno de nosotros tiene una manera muy personal y peculiar de dormir, ya sea en la cama, en el sofá del comedor, en la oficina o en un salón de actos, que es algo que quizás tenga algo que ver con nuestra propia manera de ser o nuestra personalidad. Lo mismo podría decirse de los prolegómenos que cada uno de nosotros hace justo antes de cerrar los ojos por un razonable periodo de tiempo, normalmente en las horas nocturnas.
En mi caso, antes de dormirme suelo repasar algunas veces cómo ha ido en general el día, pensando en todas las cosas que fueron bien y en las que seguramente no lo fueron tanto. Después, suelo pensar también en cómo puede que sea tal vez el día siguiente, así como también en alguna posible gestión que quizás tenga que hacer o en qué noticias irán siendo las más destacadas o las más importantes conforme vaya pasando la jornada.
En ocasiones, suelo preguntarme también qué día hará en Palma cuando me levante, sobre todo en aquellas noches en que me he dormido acompañado por el suave sonido de la lluvia, como inesperadamente ha ocurrido de forma sostenida a lo largo de esta semana.
Algunas veces, suelo además ilusionarme por diferentes motivos, por ejemplo pensando en qué película veré casi con total seguridad al día siguiente, aunque luego, tal vez por falta de tiempo o quizás por exceso de sueño, no siempre acabe viendo la película que en principio quería ver o sólo contemple las primeras secuencias, antes de caer rendido en los siempre acogedores brazos de Morfeo.
Otros posibles motivos de ilusión en esos instantes de duermevela tienen que ver normalmente con el hecho de que, muy posiblemente, al cabo de unas pocas horas podré ver a alguna de las personas que sé que sinceramente me aprecian o me quieren, o podré pasear por la mañana o por la tarde por mi ciudad, sin prisas, serenamente, con calma.
No sé si ustedes deben de seguir también algunas de esas prácticas o si debe de haber algún estudio científico que trate sobre todas esas cuestiones. De ser así, me gustaría mucho poder saber qué hacen la mayoría de personas justo antes de dormirse, para poder comparar si hacen también a veces algunas otras cosas, que me imagino que sí.
Pero sobre todo me gustaría llegar a saber qué porcentaje de adultos suelen descansar también como yo, de lado y acurrucados, intentando igualmente estar protegidos de los miedos o los temores que pueden llegar a acecharnos a casi todos en la oscuridad o el silencio de la noche.