Han transcurrido cuarenta años desde que el socialista Ramón Aguiló ordenara demoler Can Serra, el más emblemático palacio de estilo gótico civil de Palma, para que otro socialista, José Hila, tome el relevo de la piqueta y pueda proceder a su derribo. En este tiempo, el inmueble se salvó, se compró por 1,4 millones de euros, se transfirió a Cort, se apuntaló y se...abandonó. Y ahí sigue, esperando convertirse en escombros con un cartel colgado en su fachada por vecinos indignados que reza: sois unos cutres. Una frase que resume a la perfección la dejadez y desidia de las administraciones públicas por conservar el patrimonio histórico y artístico de Palma. El gabinete del alcalde asegura que no es esa la intención de Hila y que hay presupuestados 5,7 millones de euros en 2022 para rehabilitación y conservación de patrimonio cultural de Palma. Lo que no hay es una partida finalista para Can Serra y sólo la intención de elaborar un informe y un posterior estudio del casal.
Cuarenta años han debido transcurrir para que una orden (al final abortada) del alcalde socialista de Palma Ramón Aguiló la vaya a ejecutar otro alcalde socialista, el actual presidente de la corporación Municipal, José Hila. Hila tiene la voluntad de convertir en escombros el palacio de Can Serra: una excelente evidencia del gótico civil de Palma.
En 1982, el primer edil socialista de la recobrada democracia ordenó el derribo de Can Serra; el mejor palacio gótico, desde un punto de vista arquitectónico, ubicado en el casco histórico de Ciutat. El veterano y longevo inmueble, encajonado entre las calles Bosc, Gerreria, Posada de Lluc y la Plaza de Quadrado, tenía sus días contados por...¿amenazar ruina? Nunca se argumentó con sólidez los motivos que impularon a Aguiló a demolerlo. Lo cierto es que las entidades celadoras de la conservación del patrimonio artístico y cultural de Palma elevaron sus críticas hasta tal nivel de decibelios que el alcalde socialista (muy arrimado a la entidad ARCA, que se había constituido pocos meses antes) no tuvo más remedio que recular y paralizar la obra: el inmueble del siglo XIV podía seguir erguido contemplando la arboleda de la plaza.
Hila argumenta, según han informado a mallorcadiario.com, que el coste de conservación del inmueble es muy elevado, y el uso que se le pueda dar no justificaría la inversión. Cinco años después de su 'salvación' in extremis, ARCA solicitó que fuera adquirido por una institución pública (este gesto vino a demostrar que Aguiló no tenía intención de comprarlo sino que, aprovechando la incapacidad económica de los propietarios en conservarlo, justificar la acción de la piqueta en base a la precariedad del inmueble).
UNA COMPRA POLÉMICA
Otros cinco años hubieron de transcurrir para que con los primeros botines de la ecotasa se decidiera el Govern de Antich a comprar Can Serra con el objetico de salvar el palacio y rehabilitarlo para uso cultural. Un millón cuatrocientos mil euros se pagaron a los dos hermanas titulares del palacio. Hubo quien lo consideró un precio excesivo. Lo curioso es que las hermanas no ingresaron esa cantidad porque el intermediario que engrasó la operación se embolsó una muy suculenta comisión. ¿y quién era él? Ellas nunca lo recordaron, o no quisieron recordarlo. El conseller de Turismo era entonces Celestí Alomar, quién anunció la compra.
En 1992 fue declarado Bien de Interés Cultural. Y, a pesar de ello, a nadie le importó que las cornisas se desprendieran, los balcones se descolgaran, las paredes se abombaran y los bienes muebles de su interior desaparecieran un día sin que desde entonces nadie se haya preocupado en saber qué fue de los arcones, cómodas, mesas, sillas, espejos, cuadros, vajillas que vistieron en sus días de gloria el palacio.
En 2003 se llevaron, por fin, trabajos de consolidación de la estructura; los camiones y operarios traginaron en sus tripas durante un mes. Y en 2005, bajo la presidencia de Jaume Matas, Can Serra fue entregado a manos de la alcaldesa popular Catalina Cirer. Su teniente de alcalde, Rodrigo de Santos, anunció un concurso para su rehabilitación. Sólo fue un anunció, la socialista Aina Calvo, sustituta de Cirer, empolvó el asunto. Y así ha quedado, cubierto con una espesa capa de polvo hasta que por fin alguien quiere darle una definitiva solución al affaire Can Serra: demolerlo. Cabe la opción de que el solar sea vendido en subasta para recuperar los 1,4 millones de la compra y lo que se ha gastado desde hace casi 20 años en su apuntalamiento. En la fachada cuelga actualmente un cartel que lee: Sois unos cutres. Es un certero resumen.
Desde Cort se asegura que Can Serra no está en peligro de demolición, que el alcalde no contempla esa opción y que hay una partida presupuestaria para restaurarlo. Pero, no es del todo cierto. Lo que se contempla en los Presupuestos de Palma para 2022 es un montante de 5,7 millones de euros destinados a conservación y rehabilitación del patrimonio histórico y cultural de la ciudad. Y de ese dinero habrá una partida para la elaboración de un estudio multidisciplinar sobre el estado de Can Serra y los elementos artísticos y arquitectónicos que son merecedores de conservador. Pero primero se redactará un informe técnico y, en base a éste, se confeccionará el estudio que daría paso a un proyecto de rehabilitación, que habría que presupuestar y para el que se buscaría después el dinero del gasto o de la inversión, dependiendo de cómo se mire. Lo que el gabinete de Alcaldía asegura es que Hila, ni el actual equipo de gobierno, "nunca" ha contemplado la opción de la piqueta. Los vecinos de la Plaza de Quadrado interpretan la mactitud de Cort en sentido contrario.
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