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¡Me llaman YOCOVID! (2)

Por Miquel Pascual Aguiló
viernes 21 de enero de 2022, 06:00h

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“Quien no quiere razonar es un fanático, quien no sabe razonar es un tonto y quien no se atreve a razonar es un esclavo”.
“Yo le diría a Novak: mira chico; en la vida cada cual tiene lo que se merece y concédeme que tu te lo has currado con ahínco, así que ahí la tienes; báilala”.

La justicia australiana ha enviado a Djokovic a su casa prevaleciendo el bien común sobre la actitud chulesca, soberbia y prepotente suya y de toda su familia, en el fondo porque se pensaba el criminal serbio que al ser rico y famoso, las reglas eran distintas para él que para el resto de los mortales.

Quien sea que haya practicado cualquier deporte sabe por experiencia propia que la concentración, como en la mayoría de actividades humanas es primordial y provocar una pérdida de concentración al contrario es una táctica empleada comunmente por deportistas fulleros, tahures y tramposos recurriendo a las trampas, a las pérdidas de tiempo, a las interrupciones constantes y que independientemente de su valía como deportistas demuestran ser humanamente despreciables. Este es el caso de Novak. Es el clásico tramposo que recordemos que siempre que algo le va mal en un partido ...se pone repentinamente malo, se dedica a romper raquetas en arranques de rabia incontrolados, o a tirar bolas y raquetas al público, coincidiendo siempre cuando mejor juega su rival para cortar antideportivamente el ritmo al contrario, enfriarlo y volver a empezar...y además siempre le ha dado resultado, salvo raras excepciones.

En el transcurso del Abierto de Estados Unidos del año 2020 fue descalificado por dar un pelotazo a una jueza de línea al lanzar una pelota a la grada en un gesto de frustración tras perder un punto que suponía el “break” del tenista español Pablo Carreño. El incidente acabó con la jueza de línea en el suelo golpeada por la pelota en la nuez de la garganta.

Hubiera podido provocarle un aplastamiento de la tráquea, lo que hubiera impedido que el aire llegara a los pulmones y haberle causado la asfixia o producido un desgarro de los cartílagos de la laringe, lo que podría haberle provocado una hemorragia, ambos casos graves y a veces mortales de necesidad.

Jugando, otra vez de nuevo, contra Pablo Carreño, en los JJ.OO. de Tokio del año 2021 y frustrado por una ocasión perdida, el balcánico, lanzó su raqueta contra las gradas que le valió un warning del juez de silla. El partido se le torció definitivamente en el siguiente juego, y Djokovic volvió a pagar su frustración con su raqueta, que acabó completamente destrozada tras darle un golpe contra uno de los postes metálicos que sostiene la red. Segundo warning sorprendentemente sin descalificación.

Con el incidente de Australia ha quedado demostrado que Novak es un egoista, un ególatra y un egocentrista: que posee un inmoderado y excesivo amor a si mismo, centrado en atender desmedidamente a su único y propio interés sin preocuparse de los demás, que le gusta andar rodeado de una corte de admiradores y aduladores que le rían las gracias, por muy de mal gusto que sean, que tiene una exagerada exaltación de su propia personalidad, hasta considerar que debe ser el centro de la atención y de la actividad generales y que cree que puede pasarse las leyes de cualquier País por el arco del triunfo y total porque gana una pasta gansa por pegar raquetazos a una pelota de 58,00 gramos de peso.

A Djokovic solo le importa su libertad individual, sin importarle lo que les pase a los demás, como todos los negacionistas que conozco y conozco varios. ¿Capisci?.

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