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Putellas y la paradoja del fútbol español

viernes 03 de diciembre de 2021, 03:00h

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La futbolista española Alexia Putellas se convirtió esta semana en la nueva Balón de Oro, después de ganar las votaciones por una amplia diferencia a su compañera en el Barça y en la selección, Jenni Hermoso. En tercer lugar en la carrera por el Balón de Oro femenino se quedó la jugadora australiana del Chelsea Samantha Kerr.

Putellas, capitana del Barça y de la selección española, es todo un referente en ambos vestuarios. Indiscutible en ambos, pocas dudas había de que ella se proclamaría como la nueva mejor futbolista del mundo. Solo dos mujeres habían obtenido antes tal honor en la historia del fútbol, porque este galardón empezó a entregarse en 2018, nada más y nada menos que 62 años después de que la revista France Football instaurara dicho premio en categoría masculina. Putellas se une, por lo tanto, a la noruega Ada Hegerberg y a la estadounidense Megan Rapinoe, como la tercera mujer en ser nombrada mejor jugadora de fútbol del planeta, porque en 2020 el premio quedó exento por la pandemia.

Para hacerse una idea del logro alcanzado por esta jugadora catalana, Putellas ha conseguido igualar, en apenas cuatro años de Balón de Oro femenino, todos los Balón de Oro masculinos logrados por el fútbol español -que se publicita como el mejor del mundo- en los 64 años de vigencia de dicho galardón. Para el planeta fútbol, el único jugador español con merecimientos para ser considerado el mejor del mundo había sido el gallego Luis Suárez, allá por el año 1960.

El triunfo de Putellas y Hermoso contrasta con las penurias de la primera categoría de la Liga femenina española, denominada Liga Iberdrola. Porque las dos mejores jugadoras del mundo juegan en una Liga que sigue siendo semiprofesional y con muchos aspectos por mejorar para acercarse a los derechos y ventajas de los que gozan los hombres.

La ansiada profesionalización de la Primera Iberdrola no termina de llegar y, hace muy pocos días, las futbolistas volvieron a decir basta, amenazando con ir a la huelga, cansadas de no tener unas mínimas garantías para todos los clubes de la máxima categoría en materia de cobros, instalaciones y servicios básicos, como es la presencia de un médico en cada plantilla.

La gota que ha colmado el vaso de la paciencia entre las futbolistas ha sido el surrealista episodio vivido durante el duelo entre Rayo Vallecano y Athletic disputado el 14 de noviembre, cuando la jugadora local Camila Sáez sufrió un fuerte golpe que le provocó una brecha. Ante la ausencia de un médico en las filas rayistas, la futbolista tuvo que ser atendida por el especialista del Athletic, una situación que reflejó a las claras la precaria situación de algunos equipos de la máxima categoría del fútbol femenino en España y la necesidad de una profesionalización que obligue a unas condiciones mínimas para todos los clubes de la competición.

Son las instituciones competentes, la Federación Española de Fútbol (FEF), La Liga o el Consejo Superior de Deportes (CSD), las que tienen en sus manos, a través de un acuerdo que por momentos parece un imposible, la instauración de las condiciones mínimas propias de una competición profesional para el fútbol femenino español.

Ojalá el triunfo de Alexia Putellas ayude a alcanzar esa profesionalización del fútbol femenino en las mismas condiciones que el masculino y se alcance una igualdad real. La competición en la que juegan dos de las tres mejores del mundo debería estar a la altura. Alguien debería sonrojarse por permitir que haya equipos femeninos que jueguen sin atención médica o que no dispongan de unas instalaciones dignas para entrenarse o que no puedan viajar en las mismas condiciones de comodidad que los hombres.

El fútbol español presume de tener la mejor Liga del mundo sin que en ella jueguen ninguno de los tres primeros clasificados en la edición de este año del Balón de Oro. En cambio, el fútbol español tapa sus vergüenzas en la competición femenina, a pesar de contar con la jugadora más rutilante del planeta. Paradojas de una falsa igualdad.

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