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Gigante Gasol

viernes 15 de octubre de 2021, 06:00h

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Pau Gasol anunciaba su retirada de las canchas de baloncesto la pasada semana. Lo hizo en un acto en El Liceo de Barcelona, un escenario a la altura de un artista de la ca-nasta como él. Un gigante dentro y fuera, capaz de concitar elogios en un país siempre polarizado. Porque Gasol ya pertenece al selecto Olimpo de deportistas españoles cuya dimensión va mucho más allá de sus títulos y éxitos deportivos. Gasol ha sido muy gran-de dentro de la pista, sin duda el mejor jugador de baloncesto español de todos los tiem-pos, pero también ha sido muy grande fuera. Y eso es lo que eleva su figura a la catego-ría de leyenda y paradigma para muchos jóvenes que están comenzando en el deporte de alta competición.

“Más allá de títulos, lo verdaderamente importante es el día a día y disfrutarlo con la gente que queremos. Eso es lo que he intentado hacer siempre y seguiré con ello”, dijo Pau, entre otras muchas frases destacables, el día de su despedida. Una declaración que re-fleja una naturalidad admirable en un tipo rodeado de halagos y fama desde su juventud. Y es que Pau trasladó en su despedida el mismo control de la situación que demostraba sobre la cancha. Dominando el escenario, como tantas veces dominó a sus rivales, agra-decido por la posibilidad de vivir una vida de ensueño, huyendo de personalismos, re-cordando a muchos de sus compañeros, siempre exquisito en las formas y en el fondo, como era su juego en la pista. Un tipo elegante dentro y fuera. Un tipo respetado por lo que hacía y por lo que decía. Un ejemplo para generaciones futuras.

En Gasol, como en el caso de Rafa Nadal, otro deportista ejemplar, sí cabe aplicar esa expresión popular de “no se ha dejado llevar por la fama”. Porque no siempre es fácil mantener el equilibrio en la montaña rusa de la fama. Una compañera que, bien llevada, puede darte mucha felicidad, como en el caso de estos dos ejemplos, pero que también puede robártela y convertirse en una compañera peligrosa.

En los últimos Juegos Olímpicos de Tokio, vimos cómo una de las grandes estrellas del deporte mundial, la gimnasta Simone Bales, se manifestaba superada por la presión y abandonaba la competición mientras luchaba con los “demonios en su cabeza”. Otros deportistas más cercanos, como Andrés Iniesta o el mallorquín Álex Abrines, también re-conocieron en su día que debieron enfrentarse a procesos de ansiedad y presión que, afortunadamente, superaron con la ayuda de psicólogos y especialistas.

Otras veces, la fama y el éxito son capaces de truncar prometedoras carreras, porque uno no siempre se atreve a contarlo y tiene la suerte de encontrar la ayuda necesaria y en el momento adecuado. Y en otras ocasiones, lo que se produce es una mutación de la per-sonalidad y nada tienen que ver el que es ahora con el que fue. Son estos últimos casos los más peligrosos, porque suponen una ruptura con las raíces y la pérdida de referen-tes, siempre necesarios para aguantar con equilibrio los camelos de la fama.

A Pau Gasol la fama le sirvió de alimento para ser cada vez mejor, sin olvidarse de dónde venía, quiénes eran los suyos y dar gracias cada día por disfrutar practicando su deporte favorito. Así ganó campeonatos en la NBA, Mundiales y medallas con la selección, Ligas y Copas en Europa, y fue elegido en seis ocasiones para el All-Star americano, como uno de los mejores del mundo en su puesto. El deportista ya es historia, pero la sociedad gana un embajador de lujo de los mejores valores que reúne el deporte, que son perfec-tamente extrapolables a la vida en general: constancia, esfuerzo, ambición, respeto, su-peración, trabajo en equipo, liderazgo, amistad…Gracias Gasol por tanto.

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