Es digna de encomio la facilidad que tiene el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos de salir incólume de cualquier situación, por difícil y complicada que sea. El récord de la energía eléctrica en el mercado mayorista es el último y más claro ejemplo de su habilidad para que nada afecte al Ejecutivo de Pedro Sánchez y para endosarle el muerto al PP.
Sin embargo, este asunto amenaza con convertirse es una piedra en su zapato, porque lo de culpar a Mariano Rajoy de que el precio del recibo de la luz se haya triplicado en un año, no cuela y es de imposible digestión.
Que ante la aberrante situación los sindicatos y las patronales guarden un clamoroso silencio, demuestra que viven en otro mundo. Pagar el recibo de la luz ya se ha convertido en un problema nacional, que se suma a la locura de los tramos horarios que obliga a poner lavadoras y lavavajillas a partir de las doce de la noche.
El PP poco sacude al Gobierno con este asunto, siendo como es algo determinante para el descontento ciudadano. Infinitamente más que la ley educativa. En lugar de prometer un “pacto educativo” para impedir el adoctrinamiento, algo que en ningún caso será fruto de un “pacto educativo” sino del ejercicio del poder exactamente igual que lo que está haciendo Sánchez, más le valdría a los conservadores explicar sus planes para abaratar el recibo de la luz. Porque está muy bien la crítica al Gobierno, aunque sea en un tono moderado como es el caso —Facua alza más la voz que la oposición, lo que ya es alarmante—, pero mejor sería aportar soluciones, si es que las hay. De lo contrario, habremos de concluir que la situación es irreversible y que pase lo que pase, ganan las eléctricas. Algo que, por lo demás, ya intuíamos.