La vertiente secreta
Por
Josep Maria Aguiló
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jmaguilomallorcadiariocom/8/8/23
sábado 10 de abril de 2021, 03:00h
«Floten les paraules que amaguen els secrets,/ tu i jo podem llegir-los, sabem com s’ha de fer./ Me’ls dius a cau d’orella, que no els escolti el vent./ No passis pena, saps que te’ls guardaré». Así empieza la preciosa canción de Menaix a Truà «Secrets», que nos habla de la vertiente secreta que tiene siempre toda gran historia de amor, incluso la que aparentemente pueda parecernos más conocida, porque las personas o las parejas que se aman, que se aman de verdad, reservan siempre para sí mismas un ámbito propio y exclusivo en el que nunca dejan que entre nadie, bajo ninguna circunstancia. Todos guardamos secretos de amor que nunca contaremos a nadie fuera de ese ámbito y que, por tanto, seguramente desaparecerán cuando un día también nosotros finalmente lo hagamos.
«Han caigut les fulles, s’acosta l’hivern./ Molt lluny l’un de l’altre es nota molt el fred./ Vull trencar les normes del que s’ha de fer/ i que ningú em digui si això està o no està bé». Sólo al amor deberíamos de aplicar, en sentido estricto, el calificativo de revolucionario, porque nos hace ser rebeldes contra determinadas pautas, costumbres o reglas que consideramos injustas y porque literalmente nos cambia la vida por completo y la hace infinitamente mejor. Otro elemento valioso del amor es que cada «revolución» que provoca acaba resultando siempre incruenta, a diferencia de prácticamente todas las demás —ideológicas o políticas— que ha habido a lo largo de la historia.
«Tu i jo abraçats, amagats al mirall./ El temps es para i ens és tot igual». En el amor entre dos personas, dos seres están unidos por las palabras, por las caricias, por la ternura, por los abrazos, por el deseo. O a veces también por la distancia y por el silencio. En cierto modo, esos seres enamorados se encuentran aislados y protegidos del mundo exterior, que demasiado a menudo suele ser un lugar más bien frío, desasosegador y un poco extraño, todo lo contrario de lo que ocurre en donde habita el amor verdadero, que por su misma esencia es, entre otras cosas, descubrimiento, complicidad y calor.
«Els teus ulls amaguen l’espurna dels estels;/ ets una obra mestra, ets el meu secret./ Guarden els teus llavis un munt de secrets:/ Deixa’m descobrir-los, deixa’m ser el primer». La mirada del ser que amamos nos dice cómo es el alma de la persona que tenemos ante sí y qué siente por nosotros, y sus labios nos transmiten los secretos que su alma ha querido guardar o esconder hasta entonces o los que quiere repetirnos una y otra vez, pero únicamente a nosotros. «Eres mi secreto», nos dice de algún modo cada beso o cada posible gesto amoroso suyo, mientras cada uno de nosotros siente también, al mismo tiempo, ese profundo, único y maravilloso sentimiento.