El otro día la bahía amaneció tranquila, “com una bassa d´oli”- como se dice por aquí. El agua estaba limpia, transparente, quieta. Agarramos nuestros padel surf y pusimos rumbo al faro. A primera vista, todo era una maravilla. “Qué és de guapoooooo Mallorcaaa” y qué bonitas son las mañanas de Pto Pollensa. El mar en calma, un sol radiante y una temperatura que invitaba al baño en pleno mes de diciembre.
Empezamos a remar y mi cara de felicidad fue cambiando a medida que recorríamos metros surcando la bahía. El agua estaba limpia, sí, limpísima diría, pero el fondo, el cual se veía perfectamente desde la tabla, estaba muerto. ¡Un desierto mauritano! Ni rastro de las caulerpas o cistoserias que siempre habían tapizado los fondos de la bahía. En su lugar: lodo y ARENA.
¡Qué ironías tiene la vida que aquellas algas que tanto asco me daban de pequeño ahora las echara tanto de menos! Aquel desierto se fue extendiendo no solo por la zona por donde discurre el paseo hasta la base, sino que seguía hasta el final del malecón, e incluso me atrevería a decir hasta llegar a 'l´escà d'eu coix' ('el embarcadero del faro').
Pero eso no fue todo; mi cabreo/depresión llegó a su cénit cuando pude ver que el 'redol de nacras', que tenía controlado desde hacía años alrededor de la boya grande de los hidros, había desaparecido, o, mejor dicho, las nacras estaban, pero quedaban solo sus conchas cual cadáveres tras la batalla.
Esta visión me dio que pensar y me invitó a escribir estas líneas. Hay que admitirlo: la bahía está muriendo. Estamos pagando las consecuencias de un capitalismo salvaje, de un turismo sin escrúpulos de cuanto más mejor, de anteponer la cantidad a la calidad, y. claro... todo esto trae consecuencias. ¿Acaso pensábamos que 40 años de tirar arena al mar no iba a pasar factura? ¿Que construir un espigón de 400 metros del Club Náutico sin tener en cuenta las corrientes naturales del agua no afectaría? ¿En serio no se pensó?
Creo que todos estamos de acuerdo que la muerte de la bahía no se debe a un único factor:
1. El aumento de la temperatura del agua
2. La creación de playas artificiales
3. Poner torniquetes a la libre circulación de las corrientes
4. El aumento indiscriminado de veraneantes (y de población en general)
5. Los emisarios y las malas conexiones de fecales
6. El aumento de embarcaciones (sobre todo de grandes dimensiones)
7. La pesca indiscriminada.
Y seguramente alguno más que me dejo en el tintero.
De estos, los hay que, por desgracia, tienen difícil solución, o cuya solución pasa por un cambio de paradigma a nivel global, como puede ser el aumento de la temperatura del agua (cambio climático) o un relevo a un modelo turístico más ecológico y sostenible.
Otros, sin embargo, son de competencia más local y podemos actuar. Por tanto, ¡debemos hacerlo! Me refiero, por ejemplo, a lo de solucionar de una vez todas el tema de los emisarios, conexión de tuberías, mantenimiento de bombas impulsoras... En ese sentido, la 'Associació per la Defensa del Port de Pollença' está realizando un valioso trabajo, sacando a la luz una problemática que hace ya demasiados años debería estar solucionada.
Lo que me hace gracia es que hay quien centra su argumentario del estado de la bahía demonizando a los barcos como si fuesen los máximos responsables de las fecales en el mar. ¡Venga hombre! La caca que puede generar un barco no se puede comparar al chorro de los emisarios creados a raíz del crecimiento exponencial del turismo mal entendido al que me refería antes.
Sí que es cierto que el tema de los fondeos es un tema complicado del que se podría hablar largo y tendido, pero, puestos a demonizar barcos, ¿por qué no empezamos por los grandes yates que, estando 'enchufados' a tierra no 'miren prim' en cuanto a consumo de agua ni leches? Los que tengáis o hayáis tenido barco/a sabéis lo que es la economía de recursos estando en el mar.
Cuando oigo rumores de que algún inspirado propone proyectos para ampliar, crear más infraestructura, construir todo en aras del progreso y la economía, no puedo sino ponerme las manos a la cabeza. ¿Alguien me puede explicar cómo podemos pensar en ampliar, en construir, en generar, si antes no hemos solucionado los problemas más elementales?
Y es que parece que el ser humano no sabe estar sin hacer nada. Siempre construyendo, expandiendo nuestro supuesto dominio sobre la naturaleza... Tal vez, este sea el problema. Igual ha llegado el momento de parar, de darnos cuenta de que menos es más, y que el progreso real va a favor de la naturaleza y no en su contra. ¿Cómo podemos ni siquiera pensar en hacer nuevas inversiones cuando nuestra bahía se está convirtiendo en una albufera? ¿Acaso no nos damos cuenta de que estamos matando (o dejando morir) a la gallina de los huevos de oro?
¿Y si en lugar de crear más infraestructura sin pensar, empezamos a hacer las cosas bien? ¿Y si en lugar de crear más puestos de amarre, el Club Nautico, el Ayuntamiento y/o las autoridades competentes hicieran un estudio serio a cerca de la posibilidad de agujerear literalmente el pantalan del Club para favorecer que las corrientes vuelvan a sus cauces? ¿Drenaría la arena? ¿Ayudaría a que se regeneraran los fondos? No lo sé, pero, desde luego, si el RCNPP decidiera hacer una jugada de este calibre, podría sacar pecho de ser el club náutico más ecológico y responsable de toda España.
Yo no soy un experto en la materia, no soy biólogo marino, ni tengo las respuestas a los múltiples problemas a los que nos enfrentamos, pero sí que creo en lo que vi esa mañana de padel surf: una bahía agonizante que me dio mucha pena contemplar. Por otro lado, creo en el gran poder de regeneración que tiene el mar si se le deja tranquilo; de lo que tengo mis dudas es sobre si nosotros, los seres humanos, sabremos hacerlo.
En un tiempo en el que la palabra VIRUS está en boca de todos, a veces me pregunto si el virus no seremos nosotros.
Alfonso Jaume