La Cabalgata de Reyes sin público, tal y como ha previsto el Ayuntamiento de Palma, será probablemente el caso que mejor visualizará la situación excepcional a que obliga la pandemia del coronavirus estas Navidades en Baleares. Faltan por concretar las medidas de control que se establecerán para evitar la presencia de ciudadanos en las calles; y el nivel de ejecución que tendrá tal decisión, toda vez que no será fácil convencer a padres y -sobre todo- niños para que sigan la comitiva real únicamente por la televisión.
La pandemia no solo está obligando a modificar hábitos cotidianos, sino que alcanza también a tradiciones con muchos años de historia. Una situación que se va a poner de manifiesto de manera considerable en Navidad. Cabalgatas "estáticas" y toque de queda en Nochebuena y Nochevieja son recomendaciones apuntadas por el Ministerio de Sanidad que las comunidades deberán implementar en mayor o menor medida.
De momento, el Govern balear no es partidario de flexibilizar en Navidad las restricciones con el sistema de niveles de alerta aprobado la pasada semana y que entró en vigor el pasado sábado. De todas formas, mucho debería cambiar la evolución de la pandemia durante las próximas semanas en las Islas para que estas medidas se relajen. O lo que es lo mismo, deberemos conformarnos con celebrar unas navidades diferentes, con reducción de asistentes en las reuniones familiares y menos actividades en espacios públicos.
Salut califica estas restricciones como "contundentes", pero advierte de la necesidad de seguirlas si se pretende contener la enfermedad en un periodo de tiempo razonable, antes de que toda la esperanza se concentre en la administración de las vacunas, una circunstancia para que faltan meses. El coronavirus no diferencia entre horarios ni días festivos, por lo que será imprescindible resignarse a celebrar unas navidades con limitaciones si, a cambio, reducimos el riesgo de contagios. Cabalgatas desde casa y nada de trasnochar.