En estos últimos días, los gobiernos de muchos países occidentales, entre ellos el español, están lanzando una campaña de información a los ciudadanos en la que no solo se avanza la disponibilidad de algunas vacunas contra la covid 19, sino que incluso se están apuntando calendarios y plazos de vacunación, así como porcentajes esperables de población vacunada de aquí a poco más de medio año.
Con la segunda ola de la pandemia en mejoría, pero aun lejos de estar controlada, y con la llegada inminente del invierno y de la onda epidémica de infecciones respiratorias víricas, sobre todo la gripe y el resfriado común, la sensación generalizada de falsa seguridad que se está generando es muy peligrosa.
Nuestros gobernantes no deberían ignorar que la población está psicológicamente cansada, exhausta, y que tiene el deseo irrefrenable de salir ya de esta situación de severas restricciones al estilo de vida al que estábamos acostumbrados, y que estos anuncios de disponibilidad de vacunas provocan un efecto de euforia que puede conducir a la relajación en el cumplimiento de las medidas de protección, lo que, a su vez, puede tener consecuencias dramáticas en forma de rebrote de contagios y empeoramiento de la situación sanitaria.
Se debería informar y advertir a la población de que todos estos planes de vacunación no son sino eso, planes, proyectos que solo serán posibles si las vacunas acaban finalmente estando disponibles, y en estos momentos aun no lo están. Se está corriendo mucho anunciando calendarios de vacunación cuando aun no hay vacunas.
De momento, no tenemos ninguna información científica de los resultados de los ensayos de fase 3 de las vacunas de las que se está diciendo que estarán disponibles a principios del año que viene, ya que no se han publicado en la forma canónica de artículo en revistas médicas de reconocido prestigio con revisión previa por expertos. Sin estos resultados no es posible que las agencias reguladoras den los permisos pertinentes de uso y administración.
No sabemos aun, por tanto, las propiedades de eficacia, fiabilidad y seguridad de estas vacunas, y de estas características depende el éxito final de la vacunación. Pero incluso si las vacunas son seguras y eficaces, y están disponibles en enero y se puede proceder a implementar el calendario adelantado por el ministro de sanidad, se tardará tiempo en vacunar a un porcentaje suficiente de la población para conseguir la inmunidad de grupo, que es el momento, no antes, en que podremos empezar a volver parcialmente a la vida anterior a la pandemia.
No es razonable esperar que se llegue a ese momento antes de un año, lo que significa que debemos seguir con las medidas individuales y colectivas de protección, al menos, todo el año que viene, y que las autoridades deberían mesurar muy cuidadosamente el ritmo al que van a ir relajando las restricciones a la movilidad y a la interacción social. Más teniendo en cuenta que continuamos conociendo de noticias de fiestas clandestinas más o menos multitudinarias, en las que los insolidarios descerebrados que participan no guardan absolutamente ninguna medida de protección de contagio. Por desgracia andamos sobrados de mastuerzos, botarates, zopencos y pinchaúvas, así que mucho cuidado con la euforia prevacunal que nos puede llevar directos a una tercera ola de la pandemia.