La anunciada fusión de CaixaBank y Bankia dará como resultado un gigante bancario que nacerá con cerca de 6.500 oficinas repartidas por toda España y activos por valor de 650.000 millones de euros. La operación será, a juicio de los especialistas, beneficiosa en términos macroeconómicos y lógica desde el punto de vista de concentración bancaria que alientan las autoridades europeas y, en este caso, el propio Estado, accionista de referencia en Bankia a la que rescató a través del FROB.
Las cifras de la operación expuestas desde que saltó la noticia el pasado día 4 son de vértigo. Quedan por determinar los beneficios que una operación de esta envergadura tendrá para los clientes y los trabajadores de ambas entidades una vez se hayan fusionado. En este sentido, este martes, los representantes de la pequeña empresa en Baleares alertaban del riesgo de cierre de sucursales y de la reducción de la competencia que podría conllevar la fusión, a la vez que expresaban sus dudas sobre las ventajas reales que ofrecerá la nueva entidad para pymes y autónomos.
La posición del nuevo gigante financiero en Baleares será considerable, con más de la mitad de la cuota del mercado bancario local y el 72 por ciento de las oficinas de todo el sector en la comunidad. Pero más allá de este dato, tanto CaixaBank como Bankia tienen hondas raíces en las Islas. La primera, desde 1904, como heredera de la Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorros de Cataluña y Baleares -manteniendo actualmente Palma como sede social de su holding de inversiones, Criteria-, y la segunda, desde 1882 como continuadora de Sa Nostra, a través de su reconversión primero como BMN y posteriormente ya como Bankia. Ambas entidades tienen en Baleares, además, una larga trayectoria en el ámbito social.
Este vínculo histórico debe verse renovado y fortalecido con la fusión de ambas entidades. En términos domésticos -superadas las grandes cifras de la macrooperación y la estrategia financiera que la inspira- la fusión debe permitir mejorar la cartera de servicios y las posibilidades de acceso a créditos en buenas condiciones, sin aprovechar la posición de dominio en la que queda la nueva entidad en el mercado. Y también mantener al apego al territorio, dando respuestas a las necesidades reales de los ciudadanos y las empresas de Baleares. Una operación en la que todos puedan ganar.