Le pago un café con leche con ensaimada en el local más pijo de nuestra maltrecha ciudad a quien me demuestre que firmó la hipoteca de su casa habiéndose leído previamente la escritura. Nadie -repito- na-die lee las escrituras de crédito hipotecario que suscribe para financiar su casa, ni siquiera abogados, directores de banca o, incluso, notarios. Sánchez tampoco.
El común de los mortales escucha vagamente el resumen telegráfico del fedatario y se queda con la única idea de lo que tiene que pagar cada mes, calculando si su nómina o ingresos como autónomo le dan para asumir semejante riesgo. I prou.
Al firmar, asumimos que el prestamista -sea un banco o la mafia siciliana, que para el caso es casi lo mismo- nos la está endiñando con la zanahoria colgada de un palo, como a cualquier burro. También Sánchez.
Pero, como si fuera un inesperado flash mob, a su llegada a la Moncloa después de la cumbre europea, los ministros recibieron a nuestro apuesto presidente entre aclamaciones y vítores por su indudable éxito hipotecario. Nos hemos endeudado hasta el año tres mil, pero olé tus huevos.
La verdad es que nadie hizo lo propio cuando firmé la hipoteca de mi casa y, bien mirado, era bastante más heroico lo que yo hice con 29 años que lo que Sánchez ha logrado con 48, sobre todo porque yo la he tenido que pagar con mi dinero, no con el de mis vecinos.
Faltaron, eso sí, los acordes de un pasodoble torero, como "Francisco Alegre" -y olé- o como "Manolete" -de la tierra de los califas gran torero, que te aplaude por tu arte el mundo entero- para ambientar mejor la loa al héroe de Bruselas, pero la ministra de igualdad es alérgica al asunto de los cuernos, principalmente por la vertiente animalista de su partido, claro.
Mientras tanto, en Mallorca, Armengol contenía su entusiasmo, porque sospechaba que, por más jamón que llevase a casa papá Pedro, luego lo repartiría entre sus otros dieciséis hijos y a la benjamina Francina le dejaría solo chupar el hueso, especialmente porque para mamá -María Jesús Montero-, la inquera es una hija indeseada. Eso sí, Francina contribuirá a pagar el jamón al del colmado con el doble de trabajo que sus hermanos, que para eso es mallorquina y, por ende, multimillonaria.
En realidad, a quien tendríamos que hacer un paseíllo todos los españoles no es a nuestra monclovita beldad suprema, sino al primer ministro italiano Giusseppe Conte, que fue quien realmente convenció al holandés Mark Rutte de que un exceso de celo por su parte acabaría definitivamente con el proyecto europeo y cargaría de razones al disidente Boris Johnson y alos euroescépticos del Este.
En cambio, no se conoce que en esta cumbre Sánchez haya hecho otra cosa que lucir su esplendoroso porte. Porque, para qué negarlo, Pedro es el más chulo, el más estupendo y el más atractivo. Y encima, sabe firmar hipotecas.