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Heroínas y villanos

martes 12 de mayo de 2020, 03:00h

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Reconozco que el título de este artículo está tomado directamente de la canción “Heroes and villains” del grupo The Beach Boys, del año 1966, que iba a ser uno de los temas fundamentales de su álbum Smile, que estaba llamado a ser la continuación de Pet Sounds y la culminación de la etapa psicodélica del grupo. Por razones diversas el álbum jamás se publicó, hasta que Brian Wilson grabó una versión en solitario en 2004 y finalmente en 2011 se editó una caja con varios discos, con una reconstrucción de lo que habría el disco a partir de las muchas horas de grabaciones guardadas y abundante material complementario.

Estaba escuchando precisamente este tema cuando me enteré vía wasap de la muerte del expolicía Antonio González Pacheco, conocido como Billy el Niño, conspicuo torturador de la Brigada Político-Social de la policía española durante el tardofranquismo y de la Brigada Central de Información durante la Transición y trasladado finalmente a la Comisaría General de la Policía Judicial durante los primeros años de la democracia, hasta que abandonó el cuerpo en 1982, quizás aburrido porque ya no podía dar rienda suelta a sus inclinaciones sádicas.

Este individuo recibió hasta cuatro medallas que, en conjunto, elevaron su sueldo y pensión entre un 50 y un 60 %, según distintas fuentes periodísticas. La primera le fue concedida por el régimen franquista, la segunda durante la transición, la cruz de plata al mérito policial, que le entregó otro sujeto funesto, el entonces ministro de Interior, Rodolfo Martín Villa, sobre el que hay una orden internacional de detención por crímenes contra la humanidad por los hechos de la masacre de marzo de 1976 en Vitoria y al que el estado español democrático protege con la excusa de la ley de amnistía de 1977. Las dos últimas se le otorgaron ya en democracia.

A él también lo ha protegido el estado español, sobre todo el sistema judicial, que ha denegado repetidamente su encausamiento en España y su extradición a Argentina, donde está reclamado en una investigación sobre crímenes cometidos por el franquismo contra ciudadanos argentinos. Todo siempre bajo el paraguas de la ley de amnistía de 1977.

Estos dos personajes siniestros no son sino dos ejemplos concretos de los muchos existentes que corroboran que la tan alabada transición política española no fue sino una operación de maquillaje y autoamnistía del franquismo, que se blindó contra futuras reclamaciones de responsabilidades y que, durante todo el periodo democrático, ha contado con la inestimable colaboración de los políticos y partidos democráticos, sobre todo del PSOE, que nunca han querido reconsiderar la aludida ley de amnistía de 1977, auténtico muro infranqueable de defensa del posfranquismo, ni siquiera desde la consideración de que los crímenes de lesa humanidad no prescriben ni son amnistiables.

El comportamiento de estos individuos contrasta con la abnegada dedicación, en mucho casos heroica, del personal sanitario y otros colectivos profesionales de servicio público, como el personal de limpieza, bomberos, protección civil, policías, soldados y otros muchos, no quiero olvidar a nadie, en la presente epidemia de la Covid19. Y como ejemplo de todos ellos, deseo concretar en el caso del personal del Centre Geriàtric Lleida, que supieron adelantarse al desastre implementando medidas de protección y, a finales de marzo, decidieron confinarse todos dentro de la instalación, cerrando el paso a cualquier introducción del virus desde el exterior, con un terrible coste personal y familiar, ya que, desde entonces, no han vuelto a ver en persona a sus seres queridos.

El resultado: cero contagios en esa residencia. Ninguno de los casi 90 ancianos ha adquirido la infección. La decisión de la directora y los 22 empleados ha salvaguardado la salud y la vida de las abuelas y abuelos que estaban a su cuidado y lo han conseguido yendo mucho más allá de su estricta obligación profesional, con muy poca o ninguna ayuda de las autoridades y dando un ejemplo de dedicación y entrega.

Contrasta el comportamiento de estas auténticas heroínas, en femenino porque casi todas son mujeres, aunque también hay algunos hombres entre ellas, con el de villanos repugnantes como Billy el Niño o Rodolfo Martín Villa. Ellas, y ellos y tantos otros, sí que merecerían una medalla y un reconocimiento a su labor, que en vez de provocar sufrimiento y muerte, salva vidas y procura bienestar y consuelo.

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