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Diario de un confinado: Crespells y robiols

Por Josep Maria Aguiló
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jmaguilomallorcadiariocom/8/8/23
sábado 04 de abril de 2020, 07:00h

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Uno de los recuerdos más dulces —literalmente— que guardo de mi infancia es el de mi madre preparando robiols y crespells cuando llegaba la Semana Santa. Las panades, en cambio, las hacía normalmente mi padre. En aquellos años, los robiols que comíamos en casa eran esencialmente de cabello de ángel o de requesón. Mi madre siempre me decía que no podíamos empezar a comerlos hasta el Sábado Santo por la tarde, pero como yo ya era entonces un poco pecador, a veces probaba el primer robiol incluso antes de que hubiera acabado el Viernes Santo.

Una vez concluida cada Semana Santa, no volvíamos a comer ya robiols o crespells hasta pasado un año, a pesar de que sutilmente yo iba dejando caer casi cada mes lo mucho que me gustaban y lo fácil que al parecer era hacerlos. Quizás fui entonces excesivamente sutil, porque en mi familia nunca llegaron a hacerme en aquel momento demasiado caso. Intuyo que ese «trauma» de la infancia, que diría mi admirado Sigmund Freud, acabó derivando ya en la edad adulta en una compra cada vez más asidua de robiols y de crespells, en todas sus distintas modalidades, variaciones y texturas. Así, he de reconocer que, hasta justo antes del 14 de marzo, ambos productos ya casi formaban parte de mi sana y equilibrada dieta diaria habitual.

Precisamente, uno de nuestros mayores retos durante estos días es intentar mantener nuestras respectivas dietas juiciosas y saludables con los mínimos cambios posibles. Lo mismo podemos decir también de nuestras seculares tradiciones gastronómicas, ahora que se acerca ya una nueva Semana Santa. Seguramente con esa finalidad, el Instituto de Innovación Empresarial acaba de poner en marcha la iniciativa «Más que nunca, por Pascua, productos de horno y pastelería». De haberlo sabido un poco antes, me hubiera propuesto yo mismo al Govern para promocionar personalmente esta campaña.

Ahora ya sólo me hace falta decidir si me acercaré a mi pastelería más próxima —no se me ocurriría ir a otra— o si haré uso del servicio de transporte a domicilio que cada vez van teniendo hoy más establecimientos. Una tercera opción factible podría ser también la de hacer los robiols y los crespells en casa, pero la última vez que lo intenté, hace ya algunos años, estuve casi un día entero para intentar hacer la primera masa.
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