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Diario de un confinado: Un poco de bricolaje

Por Josep Maria Aguiló
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jmaguilomallorcadiariocom/8/8/23
martes 24 de marzo de 2020, 07:00h

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En estos días de confinamiento, hemos podido descubrir que algunos de nuestros queridos vecinos han recuperado con más fuerza y dedicación que nunca su vieja pasión por el bricolaje. Esa pasión parece ir, en algunos casos, un poco más allá de la realización puntual de pequeñas obras de albañilería, carpintería o electricidad. A veces, parece como si esos vecinos estuvieran, en realidad, reformando íntegramente toda la casa, viendo el ímpetu y la continuidad con la que hacen uso del martillo, la taladradora o la sierra eléctrica.

No es una crítica. En cierta ocasión leí que hay estudios que dicen que el bricolaje y también la jardinería son consideradas hoy actividades de ocio terapéutico, pues aportan beneficios a la salud física y mental, reduciendo el estrés y la ansiedad de quienes las practican. Quizás yo sólo matizaría que, en el caso concreto del bricolaje, esos estudios nada dicen acerca de si también se reducen el estrés y la ansiedad de quienes son meros oyentes o espectadores, aunque intuyo que normalmente no debe de ser así. La jardinería suele ser, en cambio, una actividad algo más silenciosa y también más beneficiosa medioambientalmente.

Más allá de esas pequeñas controversias, uno de los aspectos sin duda más positivos del actual revival del bricolaje está relacionado con los cuartos de baño. Si ya en los buenos tiempos podían pasar semanas hasta que nuestro fontanero de confianza pudiera venir a casa para arreglar la cisterna, los grifos o la cañería del retrete, es posible que ahora puedan pasar varios meses hasta recibir quizás esa anhelada visita. Nada mejor, pues, para quienes se vean con el suficiente valor, que coger el toro por los cuernos, entrar en el baño, arremangarse, agarrar el soplete o la llave inglesa y ponerse manos a la obra. Con un poco de suerte, seguramente no se inundará ninguna casa.

Por lo que a mí respecta, he de reconocer que, en general, no soy muy ducho en cuestiones de bricolaje casero. La última vez que, por ejemplo, puse un clavo en la pared o lijé una mesa de madera debió de ser a finales del siglo XX, aproximadamente. Con posterioridad, sí pinté en alguna ocasión alguna pared interior e intenté también una vez montar una estantería para libros. Teniendo en cuenta esos antecedentes, no haría falta decirles que, a día de hoy, todos aquellos libros siguen reposando aún íntegramente en el suelo.
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