El día a día de una madre confinada

¡Mira quince días sin salir! ¡La ocasión perfecta para sacar adelante todo el trabajo pendiente!

Seguro que éste fue el pensamiento positivista de más de uno. La idea era aprovechar la obligación de estar en casa todo el día -salvo para motivos de fuerza mayor- para adelantar trabajos tanto de nuestra ocupación laboral como otros menesteres domésticos.

Y fue así como se empezó la semana. Con el propósito de cada día ir restando en nuestra lista de “cosas por hacer” en casa: sacar ese expediente enquistado, limpiar a fondo la cocina, zurcir el dichoso calcetín, terminar ese libro de quinientas páginas... Pero… oh no, ¡no habíamos contado con el factor X!

Y es que a la dedicación habitual de trabajadora, madre y ama de casa ahora se le ha sumado otra: maestra. Porque los programas de trabajo que tienen de cumplir los menores a diario también se han convertido en una tarea para sus guardadores. Si son pequeños tienes que realizar con ellos actividades formativas y/o recreativas a todas horas y si son más mayores se trata de controlar todo el día que hayan cumplido con la programación remitida por el colegio o instituto en vez de estar con el smartphone whatsappeando con los amiguis.

Así pues, ahora resulta que teniendo más tiempo que nunca tenemos tan poco tiempo como siempre.

En resumen, que acabaremos este mes de confinamiento (mínimo) totalmente majaretas, por la situación en sí misma y por la impotencia de no haber podido sacar adelante ni el 10% de los objetivos que nos habíamos marcado.

Seguimos.