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Conmigo o contra mí

Por Joan Miquel Perpinyà
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jmperpinyamallorcadiariocom/10/10/25
lunes 20 de enero de 2020, 05:00h

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Nos enfrentamos a un dilema de imposible resolución. Los “generadores de opinión”, que es como algunos se refieren ridículamente a quienes escribimos opinión porque no valemos para otra cosa, corremos el riesgo de ser calificados de fachas como se nos ocurra siquiera cuestionar (ya no digo criticar) al Gobierno de coalición. Es un jaque mate. Si te muestras disconforme con que las altas cargas del Ministerio de Igualdad sean mujeres, serás tildado de machista. Si defiendes la existencia de la escuela concertada, eres un retrógrado.

Pero por otro lado, si no suscribes el veto parental que defiende Vox, eres un peligroso bolchevique que considera que los hijos pertenecen al Estado y no a sus padres; cuando tanto un planteamiento como otro son absolutamente ridículos y reduccionistas de la importante cuestión que está ahora en debate.

En estos tiempos no ha lugar a grises. Se pretende que todo sea blanco o negro. O estás conmigo o estás con el enemigo. No caben matices ni excepciones. No hay peros que valgan. Tanto la derecha como la izquierda se muestran radicales en sus planteamientos y arrastran consigo a toda la sociedad. Es lamentable porque no somos muchos quienes nos atrevemos a decir lo que pensamos sin importar a quién disgustaremos o quién nos aplaudirá. Pero es más importante que nunca reclamar la neutralidad en el periodismo y la centralidad en la política.

Los derechos, por más que se diga, no son jamás absolutos y tienen límites. Evidentemente que los padres tienen derecho a que sus hijos sean educados según sus propias creencias; pero eso no ampara que los progenitores puedan impedir que sus vástagos reciban en la escuela pública una enseñanza conforme a la ciencia y respetuosa con los derechos humanos. Hay padres que prefieren que sus hijos se suiciden antes que se declaren homosexuales; y por eso consideran que nadie debe decirles en el colegio que la homosexualidad no es una anomalía ni una enfermedad, como ellos la juzgan (además de un pecado nefando). Sospecho que eso es lo que Vox persigue.

Aunque bien pensado, ya es un avance porque hasta no hace mucho tiempo, los ultracatólicos, los del Opus Dei, los antiabortistas, la Concapa, Foro de la Familia, Hazte Oír y demás fauna reaccionaria, defendían que todos los niños y niñas del país fueran educados según sus creencias religiosas. Ahora ya solo lo reclaman para sus hijos y dejan tranquilos al resto. Pobrecitos.

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