Las ciudades en pleno siglo XXI se enfrentan a dos grandes retos de vital importancia para conseguir mantener la calidad de vida de la ciudadanía.. Estos dos grandes retos que dependen de los ayuntamientos son el acceso a la vivienda y un transporte público de calidad y sostenible. A día de hoy en Palma no se cumplen ni una cosa ni la otra. El tema del transporte es una vergüenza y un ridículo espantoso para un ayuntamiento con un pacto de izquierdas que presume de ecologista y pretende desterrar el automóvil del centro de la ciudad pero que hasta el momento ha pecado de poco valiente.
Después de gobernar más de cuatro años no puede ser que el único logro haya sido renovar la flota de autobuses, algo a lo que se han visto obligados dada la antigüedad de los autos. La semana pasada desde la EMT capitaneada por los socialistas del alcalde Hila anunciaron la subida de precio del billete único de 1’50 euros a 2 euros redondos y lirondos mientras aseguraban que los precios de los bonos y de la tarjeta ciudadana se mantendrían intactos. ¿Cómo es posible que la intención del Ayuntamiento sea que la gente coja menos el coche y a la vez les subamos el precio del transporte público? Pagar dos euros por un servicio mediocre con unas frecuencias de paso tercermundistas es algo inexplicable. La EMT no puede ser un negocio a costa del ciudadano, ha de ser un servicio público que haga de Palma una ciudad mucho más habitable y menos contaminada.
El futuro de Palma pasa por hacer un plan de movilidad a largo plazo. Cada vez vamos a ser más habitantes y el espacio es muy limitado. Buscar alternativas al uso del automóvil es una obligación para nuestros gobernantes. Deben sentarse de una vez Govern, Consell y ayuntamientos para trazar un plan para construir menos carreteras y aparcamientos y aumentar las frecuencias de autobuses, cumplir de una vez por todas la promesa del tranvía y empezar a plantas vías de tren por toda Mallorca antes de que sea demasiado tarde.
Y por cierto, con lo de subir el billete de autobús aún están a tiempo de rectificar. De nada.