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Desacuerdo

martes 02 de julio de 2019, 07:03h

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De momento no parece haber acuerdo entre el PSOE y ninguna de las fuerzas políticas con representación parlamentaria en el Congreso de los Diputados, para la investidura de Pedro Sánchez como presidente, que permita la formación de gobierno y el arranque definitivo de la legislatura, ahora mismo bajo la amenaza de unas nada improbables nuevas elecciones.

Resulta grotesco que el PSOE pretenda gobernar en solitario con solo 123 diputados. Incluso si consiguiera la abstención de Ciudadanos y suponiendo que también se abstuviera Podemos, necesitaría apoyos para la acción de gobierno, apoyos que no le sería sencillo conseguir si no ha llegado a un acuerdo de investidura. Además, Ciudadanos ya ha dicho que votará no y Rivera parece dispuesto a aguantar toda la presión mediática, del “establishment” económico y las disidencias y deserciones dentro del propio partido.

Siendo así las cosas, parecería que lo sensato sería negociar un gobierno de coalición con Podemos y alguna abstención para la investidura. El invento, imaginativo pero de difícil digestión, de ofrecer a la formación post-15 M un “gobierno de cooperación”, que quiere decir un gobierno de coalición pero sin ministerios para el socio minoritario, es un trágala que difícilmente aceptará Pablo Iglesias.

La chulería de los socialistas de amenazar con unas elecciones anticipadas es una enorme falta de responsabilidad y de seriedad. Llevamos un periodo demasiado largo de inestabilidad y desde el último gobierno Rajoy se está gobernando con presupuestos prorrogados, ya ni recordamos cuales fueron los últimos aprobados. El gobierno de Sánchez después de la moción de censura no fue sino un periodo de interinidad que se está prorrogando excesivamente tras las últimas elecciones. Seguir en las mismas condiciones hasta unos nuevos comicios y una nueva incierta investidura a final de 2019 y empezar un nuevo año con presupuestos prorrogados por enésima vez, sería de una desfachatez enervante y una auténtica burla y un insulto a los ciudadanos.

Los votantes dieron en las elecciones un mensaje claro, deben formar un gobierno de coalición, deben pactar. Dejaron además una composición del Congreso suficientemente diversa como para que haya distintas posibilidades de pacto. La responsabilidad de los políticos es aceptar ese mensaje y llegar a los acuerdos necesarios para establecer un gobierno estable y duradero, que haga frente a las necesidades de los ciudadanos, no a sus propios intereses partidarios.

De momento tienen la ventaja de que hemos entrado en el verano, periodo en el que, al menos durante los dos meses centrales de julio y agosto, el país enlentece sus pulsaciones y el calor y las vacaciones provocan una lasitud generalizada. Pero ellos, los políticos, deben, en cambio, ponerse a trabajar duro para conseguir llegar a septiembre con un gobierno constituido y sin amenaza de nuevas elecciones en el horizonte inmediato.

Además, en pleno mes de julio, empezar a ver un debate parlamentario de investidura y dejarse llevar por el sopor postprandial bien acomodados en nuestro sillón favorito y mecidos por el aire acondicionado, puede ser toda una experiencia positiva en comparación con los habituales espectáculos de pornochismorreo insulso y depravación intelectual con los que las cadenas generalistas castigan a la audiencia.

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