La considerable sangría de votos sufrida por Unidas Podemos en Baleares convierte al grupo parlamentario encabezado por Juan Pedro Yllanes en un débil eslabón en el futuro pacto que deberá gobernar la comunidad los próximos cuatro años. Las cifras revelan que, en un mes, la formación ha perdido más de la mitad de sus votos, lo que se suma a la caída que viene experimentando en las Islas desde las elecciones autonómicas de 2015 y las generales de 2016.
Concretamente, mientras en las elecciones generales del pasado 28 de abril, la candidatura de Unidas Podemos obtuvo en Baleares el 17,82 por ciento de los votos -cosechando algo más de 92.000 papeletas-, el pasado 26 de mayo consiguió un 9,71 del recuento total, con 41.448 votos. Si el 28 de abril, el partido de Pablo Iglesias fue la segunda fuerza política en la comunidad balear, en las autonómicas -cuatro semanas después- cayó al cuarto lugar.
El descalabro es notable, aunque no es nuevo, sino que se suma a la caída que han venido registrando los podemitas en las Islas durante los últimos años; especialmente, desde 2016, cuando los de Iglesias consiguieron en Baleares casi 118.000 votos en las elecciones generales, lo que significó un 25,38 por ciento del escrutinio total y los situó como segunda fuerza, por delante del PSOE.
Mucho ha cambiado el panorama en tres años y la delicada situación con que se enfrenta Unidas Podemos hace que sus exigencias, a la hora renegociar un nuevo pacto de izquierdas, puedan verse sensiblemente frustradas. Los seis diputados que encabeza Juan Pedro Yllanes resultan necesarios para conformar la mayoría parlamentaria que garantice un gobierno de izquierdas presidido por Francina Armengol. Pero si antes de las elecciones, las expectativas de Podemos incluían tener consellerias en el Govern, la realidad posterior aconseja plantear exigencias más modestas.
Es lo que apunta la lógica después de que Podem -al igual que Més- haya visto cómo sus votos se escapaban para engordar el resultado histórico que ha obtenido el PSOE. En cualquier caso, el resultado final es el que cuenta y las opciones para que el nuevo Govern cuente con consellers de Més y de Unidas Podemos quedan muy debilitadas. Su presencia puede acabar siendo testimonial, con responsabilidades de segunda fila y nunca en carteras clave.