Esta semana pasada se ha presentado en un congreso de neurología de Estados Unidos los resultados de un ensayo clínico internacional, coordinado y dirigido por el neurólogo catalán Xavier Montalban, de un nuevo medicamento para el tratamiento de la esclerosis múltiple.
La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune progresiva y gravemente incapacitante, que se produce por la pérdida de la capa de mielina de los nervios, debido al ataque del propio sistema inmunitario del paciente, de ahí lo de enfermedad autoinmune. El resultado más grave de la autoagresión es una inexorable debilidad muscular y pérdida de movilidad, que puede conducir a la incapacidad de caminar primero y evolucionar hasta la inmovilidad casi completa, también puede afectar al habla, a la visión y a otras funciones, aunque el cuadro clínico es muy variable y los pacientes pueden presentar características muy distintas.
Existen diversas formas de la enfermedad, pero la más frecuente con mucha diferencia, alrededor del 80 %, es la forma remitente recurrente que cursa a brotes, con periodos de remisión entre los mismos. Esta es la variante de la enfermedad en la que se ha centrado el ensayo clínico, cuyos resultados se van a publicar en el New England Journal of Medicine, una de las dos revistas médicas generales más prestigiosas del mundo, junto con The Lancet.
El fármaco ha demostrado una indiscutible eficacia en la reducción de las lesiones cerebrales, así como en evitar recurrencias en 48 semanas. De acuerdo con el director del ensayo, los resultados son muy alentadores y ahora hay que realizar nuevos ensayos con muchos más pacientes y de duración más larga, a fin de establecer los parámetros idóneos de tratamiento, así como otros datos de la máxima importancia, como la aparición de efectos secundarios, que en este primer ensayo han sido mínimos, y la estabilidad del efecto terapéutico.
Sin echar las campanas al vuelo antes de tiempo, se trataría, sin duda, de un extraordinario avance médico, que supondría una oportunidad para la estabilización y, quizás en cierta medida, la reversión de las lesiones y síntomas de la más frecuente de las enfermedades desmielinizantes.
Si se confirman estos prometedores primeros resultados, en un plazo de dos a tres años es posible que los enfermos de esclerosis múltiple remitente recurrente dispongan de un tratamiento auténticamente efectivo para su enfermedad, que probablemente no funcionará en todos ellos, pero que supone, sin duda, una esperanza para todos aquellos que padecen esta enfermedad tan gravemente invalidante y también para sus familias.