El día que se publica este artículo, martes 12 de marzo, se ha de producir en la cámara de los comunes de Londres, si Theresa May no vuelve a retrasarla, la votación definitiva sobre el acuerdo de salida de la UE que su gobierno alcanzó con la unión hace unos meses.
Si, como parece probable, una mayoría de diputados británicos vuelve a votar en contra del acuerdo, se producirá una nueva votación no más tarde del día siguiente, sobre una salida pura y dura, sin acuerdo.
Si esta nueva eventualidad también es rechazada, se deberá producir otra votación para solicitar una prórroga del “brexit” más allá del 29 de marzo, de duración limitada, aunque no se ha especificado cuanto. Si la prórroga es rechazada, sería en la práctica como si se hubiese aceptado la salida sin acuerdo, que debería producirse, según el artículo 50 del Tratado de Lisboa, dos años después de que un país miembro solicite la salida de la unión, en este caso el 29 de marzo de 2019. Si se aprueba la solicitud de prórroga, deberá contar con la aceptación del resto de miembros de la UE, que parece que aceptarían una prórroga corta, no más allá de la fecha de constitución del nuevo europarlamento, el 1 de julio.
El despropósito absoluto en el que se ha convertido el “brexit” refleja la profundísima división de la sociedad británica en dos mitades prácticamente iguales y con posturas opuestas, en contra y a favor de seguir en la UE. El coste que está teniendo en los dos partidos principales, con abandonos de diputados y anuncios de iniciativas parlamentarias de signos diametralmente opuestos es una señal del desconcierto de los políticos y de la debilidad de los dos líderes, Theresa May de los conservadores y Jeremy Corbyn de los laboristas.
De hecho, Corbyn, presionado por una mayoría de su partido, ya se ha mostrado partidario de un segundo referéndum que, por el momento, es improbable. Si todo queda bloqueado, parece poco probable un “brexit” duro y más factible una convocatoria anticipada de elecciones, en cuya campaña los partidos deberán definirse acerca del tipo de salida que proponen, o si optan por una segunda consulta.
Por si todo el embrollo de la salida no fuera suficiente, el “brexit” en sí mismo puede llegar a tener consecuencias políticas, además de las sociales y económicas, tremendas para el Reino Unido. Una frontera dura en Irlanda pondrá en riesgo los acuerdos de paz del viernes santo y se podría reanudar la confrontación entre republicanos y unionistas, incluso una vuelta a la violencia. En Irlanda del Norte ganó el no a la salida de la UE con casi el 56 % de los votos.
Y en Escocia, el “brexit” llevará a que se ponga encima de la mesa un nuevo referéndum de independencia. No hay que olvidar que uno de los principales argumentos de los partidarios del no a la separación en la consulta de 2014, fue que si Escocia se independizaba quedaría automáticamente fuera de la Unión Europea y, si se consuma la salida del Reino Unido, la consecuencia paradójica será que Escocia quedará fuera por no haberse independizado.
La premier escocesa, Nicola Sturgeon, ya ha anunciado repetidamente que un segundo referéndum de independencia será una opción lógica tras el “brexit”. No se debe olvidar tampoco que en el referéndum para la salida del Reino Unido de la UE, en Escocia ganó el no con un holgado 62 %.
Si no fuera tan importante y decisivo, todo el asunto del “brexit” en el Reino Unido podría calificarse de sainete, comedia bufa, incluso astracanada. Pero ha acabado ya con la carrera política de Cameron y acabará con toda probabilidad con las de Theresa May y Jeremy Corbyn, no puede descartarse que se fracturen los dos partidos principales, la división en la sociedad británica perdurará décadas, el problema de Irlanda podría revivir y Escocia podría independizarse.
Este panorama no parece el brillante futuro para el Reino Unido que auguraba el inefable Boris Johnson, uno de los paladines del “brexit”, que predecía una época de prosperidad sin precedentes para los británicos. Todo es posible, pero ahora mismo parece más un ejercicio de absoluta irresponsabilidad que un buen servicio a su país.