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Estonia también

martes 05 de marzo de 2019, 03:00h

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Las elecciones generales celebradas este domingo en Estonia han supuesto un fuerte incremento del voto al partido populista de extrema derecha EKRE, que ha pasado del 8 al 18 % de los votos, de 7 a 19 de los 101 diputados y de ser la sexta a la tercera fuerza más votada. No tiene ninguna posibilidad de formar parte del gobierno, puesto que los partidos principales ya han anunciado que no piensan llegar a ningún tipo de acuerdo con ellos, pero su subida espectacular se suma a las que están sucediendo en muchos otros países europeos y supone un nuevo motivo de preocupación por el auge de este tipo de partidos en nuestro continente.

EKRE tiene una ideología ultranacionalista, etnicista, xenófoba, racista, antiinmigración, homófoba, contraria a la Unión Europea y a los valores de la democracia liberal representativa.

El punto en el que ha venido haciendo más hincapié en los últimos años es el de la inmigración. Como muchos otros partidos de su misma ideología sostiene que la llegada de migrantes procedentes de otras zonas geográficas y otras culturas es un peligro para la identidad nacional estonia y, además, proclama que Estonia no puede absorber una inmigración masiva, entrando en clara contradicción con su propia tesis de que el país tiene un grave problema demográfico y necesita fomentar la natalidad e impedir la emigración estonios, y también en incoherencia con el hecho de que el año pasado apenas una cincuentena de personas solicitaron asilo, la mayoría europeos de Ucrania.

El delirio racista y xenófobo ha llegado al extremo de que el hijo del líder manifestó en un programa de televisión que la política migratoria de Estonia debía ser muy simple: “if you’r black, go back” (si eres negro, vuelve por donde has venido). Pretenden la creación de un estado étnicamente estonio para siempre. En ese sentido, su postura respecto de la minoría rusa no es tan tajante, pero son partidarios de mantener las restricciones para su acceso a la plena ciudadanía que se promulgaron con la independencia de la Unión Soviética y que en la actualidad se han rebajado sustancialmente.

Son contrarios a la unión de parejas homosexuales, al aborto, sostienen la necesidad de que todos los ciudadanos participen en la defensa activa contra los enemigos externos e internos, en clara referencia a la minoría rusa, así como que se restrinja el acceso de dicha minoría a puestos de responsabilidad en la administración del estado, en la justicia, en la policía, en las fuerzas armadas y en los servicios de seguridad. Uno de los líderes del partido ha manifestado que solo puedes ser leal a la nación si tienes tus raíces profundamente arraigadas en ella, discriminando así a todos los ciudadanos no étnicamente estonios. Proponen limitar la democracia representativa y establecer un sistema de democracia directa mediante consultas populares y elección directa de muchos de los cargos públicos.

En política exterior proponen un referéndum para salir de la UE, o que ésta se reconvierta en una asociación puramente defensiva, que defienda una Europa estrictamente europea, blanca, basada en sus distintas naciones. Se opone a la ratificación del tratado de delimitación de fronteras con Rusia, que deja del lado ruso dos territorios que reclaman como históricamente estonios y considera una traición la cesión a Rusia de dichos enclaves.

Con las especificidades propias derivadas del hecho de su vecindad con Rusia y de que alrededor del 25 % de su población sea rusa, el resto de su ideario no es esencialmente distinto del de otros partidos similares en Francia, Alemania, Hungría, Finlandia, Dinamarca, Grecia, España, Suecia, Holanda, Italia, Austria y tantos otros países de la UE. Quizás su racismo, xenofobia y odio a la UE sean un punto más viscerales, pero es perfectamente homologable con sus semejantes.

Así que la ultraderecha sigue progresando en Europa, ahora también en Estonia.
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