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La verdadera amenaza no se llama KUB

Por Joana Maria Borrás
domingo 03 de marzo de 2019, 03:40h

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A mediados del pasado mes de febrero el dron kamikaze KUB, diseñado por el consorcio ruso Kalashnikov, fue presentado en la feria militar IDEX 2019 en Abu Dabi. El dron es capaz de alcanzar una velocidad de hasta 130 kilómetros por hora, con una carga útil de unos tres kilogramos. Los “KUB” podrán transportar una bomba de alta precisión por un precio mucho más asequible que el de otras tecnologías “inteligentes”. Nos salva de momento, que la autonomía de vuelo es de tan sólo 30 minutos, según reza la información facilitada a los medios de comunicación en su día.

Suelo ser bastante incrédula cuando se trata de tomar en consideración noticias que proceden de “altas fuentes” mediáticas internacionales. Ello es así no porque no le de credibilidad a los periodistas y a los medios (que cuentan con mi más absoluto e incondicional respeto), sino porque pongo en duda siempre la credibilidad de la fuente primaria u origen de la información. Dicho de otro modo: estoy convencida en realidad, que el KUB no es más que la punta del iceberg de la potencial tecnología destructiva del arsenal ruso. Del mismo modo que en occidente se presentan algunos avances tecnológicos que, ni de lejos, se acercan a lo que en realidad existe.

Nunca me he creído tampoco el computo de muertes en los conflictos bélicos que azotan algunas regiones dónde es casi imposible computar los vivos con garantías de no equivocarse. En realidad, las nuevas tecnologías y avances en armamento bélico los llegamos a conocer en el momento en que se utilizan, lo demás no es más que humo para despistar al enemigo y tranquilizar al “pueblo llano”. Nunca sabremos en realidad que es lo que se cuece en las cocinas del infierno bélico de cada País hasta que el plato esté servido en nuestras mesas.

Pese a la evidente belicosidad de KUB la noticia que más me ha impactado recientemente ha sido otra: “La Duma debate una Ley para desconectar al país de la red mundial de internet”. La medida podría llevar no solo al colapso en las redes de territorio ruso sino también un colapso a nivel mundial por la gran afectación a millones de empresas.

En resumen: mientras Venezuela caldea el ambiente, Rusia y EEUU aprovechan para sacar punta a sus lápices de colores dispuestos a colorear el mapa mundi a la menor oportunidad que tengan. La vieja Europa mientras tanto, anda sumida en antiguos debates (léase brexit), y olvidando que alguna vez acuso cierta lucidez y se centro en la unidad de acción como única forma eficaz de supervivencia, agoniza ahora con la resurrección de una extrema derecha separatista respecto a Europa y que al final nos hará depender de otros para que un maldito KUB o la oscuridad internauta no se cierna sobre nosotros.
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