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Fiasco en las oposiciones sanitarias

sábado 22 de diciembre de 2018, 08:53h

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Estamos en la penúltima semana del año, a un paso de la Navidad. Sin embargo, si nos atenemos al fiasco de la oferta pública de empleo sanitario, parece la última columna del año, la que coincide con el día de los Santos Inocentes.

Después de una década sin convocatorias dirigidas a aumentar la estabilidad de los profesionales, con una interinidad en el sector del 40%, 2 de cada 10 plazas de técnicos se han quedado desiertas.

Pero el desaguisado no se queda ahí. A la convocatoria de especialistas en Pediatría se han presentado el 50% de las plazas ofertadas.

Por si fuera poco, la tasa de suspensos, en la fase de oposición, de los médicos especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria, excluyente para acceder a la fase de concurso, se acerca al 70%.

Estos resultados no se dan, ni de lejos, en ninguna otra comunidad. Algo estamos haciendo mal cuando los profesionales sanitarios no aprecian una situación tan atractiva como la de la estabilidad en el empleo en Balears.

Tampoco se puede explicar de ninguna manera razonable el porcentaje de suspensos en atención primaria. Nuestros médicos de familia no tienen nada que envidiar a los del resto del país. Es inaudito que una administración desprecie a sus profesionales de esta manera.

De hecho, ¿Quién recuerda unas pruebas selectivas que afectan a miles de profesionales en la que se presentan menos candidatos que los interinos que las están ocupando?. ¿Con que intención se ha planteado un ejercicio de oposición que suspenden a una mayoría de candidatos profundamente preparados?

Por si fuera poco, los medios informan que el Hospital Comarcal de Manacor se queda sin radiólogos todas las navidades. No es más que la punta del “iceberg” del deterioro asistencial que se va instalando, más acentuado en determinados sectores sanitarios.

Esta relación de situaciones lamentables, que inciden directamente en la calidad de la asistencia, sólo se puede explicar por continuados y reiterados errores en la política de recursos humanos por más que viviremos múltiples intentos de disimularlo. Cruel paradoja la de una administración, ofensivamente clientelar, ágil en el nombramiento a dedo y con extremas dificultades en la atracción del talento y en la evaluación e incorporación de la meritocracia a la selección de personal.

Las primeras medidas de confusión las visualizaremos en una agresiva política de propaganda partidista, camuflada en forma de campaña institucional asociada a múltiples medidas populistas.

Todas ellas, no les quede ninguna duda, a costa del dinero de los ciudadanos, serán invasivas hasta la puerta de las elecciones de mayo. Se olvidan, que a los ciudadanos, por más que se intente, hace mucho tiempo que no se les confunde. Aspiran simple y llanamente a que se les atienda adecuadamente. Vivir para ver.

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