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Aprender de los errores sin politizar la tragedia

domingo 14 de octubre de 2018, 22:00h

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Cuando está a punto de cumplirse una semana de la catástrofe del Llevant mallorquín, y aunque aún se realizan trabajos urgentes de auxilio de las víctimas, con despliegue de equipos sobre la zona, es momento de extraer algunas conclusiones y hacer balance de la tragedia y la posterior gestión de la misma.

Fuera de los despachos, la urgencia máxima aún pasa por mantener sobre el terreno, y durante el tiempo que haga falta, un operativo de emergencias que asegure el tratamiento más correcto de la situación, así como una respuesta acertada a las demandas más urgentes de los afectados. En materia política hará bien el Govern, como administración que ha liderado las labores de emergencia, en comparecer para explicar la gestión de la crisis y despejar cualquier duda sobre las decisiones adoptadas en los primeros momentos de la tragedia, mostrando públicamente las comunicaciones del sistema de gestión informática que registra los incidentes que atiende el 112, los avisos y las decisiones sobre la reacción a la crisis.

No han faltado quienes han expresado dudas acerca de si la respuesta dada en la primeras horas del drama fue la más acertada, o si se adoptaron medidas de forma tardía. Los Bomberos de Palma criticaron duramente haber sido marginados en el primer momento, de igual forma que hay quienes consideran que existió falta de comunicación entre Emergencias y la Aemet o, cuando menos, que hubo alertas que llegaron cuando ya era demasiado tarde.

De todo ello debe dar cumplida respuesta el Govern, especialmente para modificar los protocolos de actuación de forma que se eviten en un futuro, y en la medida de lo posible, situaciones tan dramáticas como la vivida por el Llevant, donde el número de víctimas mortales y los daños materiales han alcanzado unas dimensiones hasta ahora desconocidas en nuestra isla.

También es oportuno no caer en la tentación de hacer política de este asunto. Ni unos deben abusar de una imagen autocomplaciente y excesivamente protagonista al ponerse medallas sencillamente por haber hecho el trabajo que les correspondía, ni otros deben intentar sacar rédito político de una desgracia de estas dimensiones. Y lo deben hacer por respeto a sí mismos, pero sobre todo a la sociedad que de forma tan contundente supo reaccionar ante la tragedia sin que nadie se lo pidiera.