Baltasar Picornell, Balti, el presidente del Parlament balear y segunda autoridad de las Islas tras la presidenta del Govern, Francina Armengol, la ha vuelto a hacer. Si bien su trabajo en la Cámara ha sido a grandes líneas correcto, Picornell es como aquel niño travieso que no puede evitar pisar todos los charcos que encuentra en su camino.
El pasado jueves por la noche acudió a la protesta semanal que activistas independentistas organizan frente al Ayuntamiento de Palma, en el banco popularmente conocido como “sinofós”. La mecánica de los encuentros (y ya van 44) pasa por cantar canciones a coro y recitar rimas parodiando una oración para pedir la liberación de los “presos políticos” y el retorno de los “exiliados”. Cada uno extraerá sus filias y fobias sobre lo que no es más que una muestra de libertad de expresión. Lo sorprendente es la presencia de Picornell, por muy “a título personal” que sea. Debe entender que su calidad de presidente del Parlament le obliga no sólo a una labor ecuánime y mediadora en la Cámara, sino que le convierte, además, en representante de todos los ciudadanos. Picornell mezcla su activismo con su cargo de representación institucional, confusión, por otra parte, ya demasiada veces vista en cargos electos de Podemos.
Esa dualidad activista-representante ciudadano no debe impedir a Picornell manifestar su parecer político respecto a las cuestiones que considere o decir lo que piensa en el marco de los actos de partido. Por supuesto puede participar en reivindicaciones públicas de carácter social y solidario que carezcan de connotaciones políticas. Lo contrario, como es el caso de la concentración independentista frente a Cort, menoscaba su credibilidad y la imparcialidad que se le presupone en el ejercicio institucional a un presidente del Parlamento balear.
Todo ello se agrava cuando Picornell se muestra sumiso y agacha la testa ante la particular invitación de los convocantes publicada en redes sociales: “El jueves a las 20:45 horas, Música per la Llibertat cantaremos el Cant dels Aucells en la plaza de Cort por la libertad de los presos políticos. Sólo para compensar, y a título personal, estaría bien que nos acompañaras”. Cierran la petición con un “Tú mismo...”, que suena más a advertencia de quién sabe qué consecuencias, que a invitación. “Allí estaré”, aseguró hace unas semanas Picornell.
La cercanía de Picornell es sin duda bien valorada por muchos ciudadanos que han visto en él unas nuevas formas de comportarse en la política. Esa misma cercanía torna en lejanía de todos aquellos ciudadanos que no se sientren representados por el presidente del Parlamento. Corre Balti el riesgo de que el “allí estaré” que prometió a los independentistas se torne en un “allí no estarás” (en referencia a la silla del Parlament) para otros muchos ciudadanos.