¿Qué ha pasado? El texto final no era lo que preveían.
No, para nada. Como organización que representa a los ingenieros agrónomos de Balears tendimos la mano al Ejecutivo, aportando conocimientos y matizando cuestiones técnicas, pero en la última fase ha habido una clara desinformación hacia nuestra parte. Así se lo hemos hecho saber a la dirección general correspondiente.
¿Por qué no les gusta? ¿Dónde está el problema?
Entendemos que hay decisiones políticas que se toman y punto. “No queremos campos de polo en Mallorca”, por ejemplo. Nosotros no nos metemos en eso, somos ingenieros. Pero complicar y poner trabas al medio rural solo sirve para desmotivar y generar inseguridad jurídica. Es lo que me han trasladado gran parte de colegiados que realizan proyectos y visados. Hemos pasado de la ley agraria de 2014, que se aprobó y solo estuvo solo un año vigente. No digo que fuera mejor o peor, pero sí que así no puede haber continuidad. Todo ésto afecta a inversores extranjeros, a los profesionales de aquí, el propio agricultor y todos los facultativos que intervienen en el proceso. Hay mucho en juego.
Han presentado alegaciones. ¿En qué sentido?
Son tres tipologías: unas, las más vitales que no pueden mantenerse, como las exoneraciones -ya hay un decreto que las regula. Otras son de mejora del texto, que no cambian la esencia pero precisan puntos ya que muchos de los problemas actuales vienen de la interpretación por parte de las Administraciones. No queremos que el técnico de Artà interprete la norma de forma diferente que el de Llucmajor, por ejemplo. Y luego, tres o cuatro cosas son menos justificables desde un punto de vista técnico y que hemos decidido aportar.
Da la sensación que no ha dejado contento a nadie.
Parece una ley poco importante, poco representativa, pero piense que es una norma que toca todo y afecta al 80 por ciento del territorio balear. El suelo rústico interviene rústico, forestal, marco agroforestal de la Serra… Todo lo que no es urbano. En definitiva, el 80 por ciento del paisaje balear. Por eso exigimos continuidad.
Se han reunido con algunos grupos políticos, como el PI, Ciudadanos, PP y Podemos. ¿Apuesta a que el redactado final será completamente diferente?
Esperamos también reunirnos con Més. Yo creo que sí que será bastante diferente. Hay que buscar el consenso.
¿Se turistiza al campo? Algunos dicen que sí, para otros, demasiado poco. ¿Cuál es su postura?
Partiendo de la base de que representamos a los ingenieros, nosotros no nos metemos en cuestiones como “cuántas habitaciones debe tener una agroestancia”. No estamos para eso. Pero mi opinión particular es que existen grises y que la actividad complementaria que interviene en el medio rural, bien gestionada, es posible y buena. Ahora, convertir el medio rural en hostelería pura y dura, no. Para ello habría que hacer una regulación muy simple y luego una policía muy estricta, que es de lo que más peca la Administración. No estoy de acuerdo con esa frase del 80 por ciento del sector agrario de “queremos coger el pastel turístico”. Siempre y cuando la actividad esté directamente relacionada con el sector agrario, sí estoy de acuerdo. Sin embargo, un turista que vaya a su hotel rural, coma y se vaya, y no haya mirado siquiera alrededor lo que acontece en la naturaleza, no.
También critican que se sigue manteniendo la dependencia de las subvenciones.
Es un hecho que en España y sobre todo en Balears, las subvenciones son necesarias. En las islas, la renta agraria es muy inferior a la nacional y el porcentaje de población activa aquí no llega al 1 por ciento. Pero por eso defendemos la posibilidad de complementar las rentas para que no sean tan dependientes. Un ejemplo es la almendra. Hemos tenido unos años muy buenos pero ahora cae.
¿De qué actividades complementarias estaríamos hablando?
Vías ecuestres, espeleología, granjaescuela... La venta de una primera transformación no lo sería.
Cambiando de tema. La Xylella, ¿en qué punto estamos?
En el plano legal, en un punto privilegiado dentro de España. Fuimos el primer punto de España en el que se detectó y fue una gran bofetada. Sin embargo, ahora hay más tranquilidad por el marco legal, al no tener que erradicar sino de contener.
Y en cuanto a la investigación, seguimos adelante, con inoculaciones, estudio de diferentes cepas, cómo interactúan. Desde un punto de vista técnico, es algo muy interesante. Hay un enorme desconocimiento mundial de la bacteria.
¿Cuál es la amenaza real ahora? ¿Severa?
Lo vengo diciendo desde hace año y medio: cuando constatamos que estaba realmente extendida y que ésto lleva décadas aquí, llegas a la conclusión de que lo que no haya pasado ya, no va a suceder ahora. Hay evoluciones climatológicas que fomenta series de plagas, que aparecen cada ciertos años. En cualquier caso, ésto va a ser un problema agrícola, ni forestal ni de parques y jardines. Por eso hay que buscar una solución a la convivencia con la bacteria. La bacteria se va a quedar y esto lo sabe todo el mundo.
¿El cambio climático afecta?
Afecta a ésta y a todas las plagas y enfermedades. Por ejemplo, estamos en un ciclo del mosquito verde que afecta a la viña,. Hay picaduras y colaboramos con bodegas porque ha habido un incremento en los dos últimos años. Si hay incremento de vectores por cuestiones climatológicas, puede haber una mayor dispersión.
¿Hay algo más de calma en el sector?
Hemos detectado xylella en 25 especies. El almendro, por ejemplo, ahora se ha estabilizado después de dos años de incertidumbre y ahora estamos más expectantes con la viña, puede ser que mermen un poco las producciones. Estamos trabajando para dar soluciones.
¿Cómo ve el proyecto de detección con drones?
Creo que es una metodología compleja y es complicado para obtener resultados. Aquí la bacteria esta en todos lados, el dron se volvería loco. Después del vuelo habría que calibrar los resultados con el cultivo. Si lo hacemos localizado, sí puede ayudar pero de manera genérica no.
¿Cuáles son los retos?
Muchísimos. Tenemos un reglamento de sanidad vegetal que se esta modificando para 2020 y nos van a hacer unas plagas de cuarentena y unas prioritarias. Hacemos seguimiento a más de cien organismos nocivos, entre hongos, bacterias y plagas aunque damos prioridad a 25-30 plagas para las que tenemos inspecciones obligatorias, como el de la patata.
¿Hay demanda de estudiar esta ingeniería?
El grado sí, el master no tanto. Desde el Colegio trabajamos también en el asesoramiento en los planes de estudios universitarios.