Más amor y menos odio

Soy machista, LGTBfóbico, racista, xenófobo y muchas más cosas de las que no me siento orgulloso. No se emocione, usted que está leyendo esto segurísimo que es lo mismo que yo y mucho más. Estaba yo el otro día departiendo con unos amigos cuando mis contertulios negaron categóricamente ser machistas ante lo cual no pude hacer otra cosa que rebatirles y explicarles con argumentos que en realidad no es que fuesen machistas si no que eran muy machistas además de unos cínicos Todo aquel esfuerzo fue en vano porque no quisieron verse con mi mirada. Fueron incapaces de aceptar lo que era más que evidente. Esta semana a unos amigos gays en Facebook les costó horrores reconocer que sus argumentos a favor de que un hombre interpretase a una mujer transexual en el cine estaban cargados de prejuicios transfóbicos hasta que finalmente una amiga se lo hizo ver con claridad.

No es un caso aislado el de mis amigos. Cargamos sobre nuestras espaldas y nuestras conciencias siglos y más siglos de una educación cargada de prejuicios y tópicos. A mí me ha costado casi 42 años reconocer que no soy la persona tolerante y respetuosa que yo creía. Es imposible cambiar cuando no reconocemos el problema. Deberíamos ser mucho más críticos con nosotros mismos para poder mejorar como personas. Los más reacios al cambio se burlan de lo políticamente correcto y prefieren ridiculizar a los que piensan diferente sin darse cuenta de que se retratan con ello. La gente de ideología conservadora es mucho más reacia a abrir su mente y a aceptar a lxs que son diferentes de igual a igual. Se refugian en su odio o ignorancia para seguir justificándose. Una vez más y ya van demasiadas la solución es la Educación. Desde las familias y las escuelas hay que enseñar en la tolerancia, el respeto, la solidaridad y la empatía. Basta ya de excusas y empecemos a ser mejores personas.