La hora de la verdad

Es difícil de entender que haya transcurrido la semana más pendientes de cuántos espectadores acudirían a Son Moix que de hablar de fútbol, de las características del Mallorca, las virtudes y defectos del Mirandés o las nueve temporadas del árbitro canario, Alemán Pérez, en Segunda B, por decir algo. Nada nuevo bajo el sol. Cuando los futbolistas, técnicos y dirigentes ceden su protagonismo a la grada, algo se está haciendo mal, rematadamente mal.

Por mi parte sugiero paciencia y tranquilidad en aras de alcanzar el objetivo del ascenso. No voy a hablar del rival porque, al contrario de lo que otros intentan hacer, no he visto jugar a los de Pablo Alfaro ni en vídeo. No caeré en la trampa de quienes emiten objetivos análisis por haber leído algunas crónicas ya fueran en papel impreso o a través de internet. En cambio creo que harían mal los mallorquinistas obsesionados en dar el salto a las primeras de cambio, empezando por el equipo.

Salvar la primera eliminatoria sería fantástico. ¡Qué duda cabe!. Pero el mundo no se acaba en el matinal de ida, ni en el choque de vuelta. En caso de fallar todavía quedarán balas en la recámara y convertir la hipotética y virtual victoria de los burgaleses en un drama resultaría contraproducente y, si acaso, un golpe moral para afrontar los siguientes asaltos, que también valen. Por lo tanto vamos a quitar dramatismo, que no importancia, al evento inminente.

Si se gana, bien; en caso de derrota la vida sigue. Lo importante es estar en el sorteo del calendario de Segunda A la próxima temporada; dentro de una semana, de dos o de cuatro. Lo contrario sí que sería una tragedia que, por otra parte y a título de oráculo, no concibo.