Los pensionistas han salido a las calles para exigir un aumento de sus pensiones y la presión hacia el gobierno ha hecho a éste reaccionar. Pero ha errado el tiro. La propuesta de Montoro para satisfacer a nuestros mayores pasa por castigar las empresas tecnológicas con un impuesto del 3% sobre lo que vendan.
Penalizar la actividad de las empresas tecnológicas es castigar la productividad, el futuro, la innovación y el empleo con salarios dignos. Pero lo peor es la muestra de animadversión sobre lo que las empresas tecnológicas representan.
No estoy hablando de dejar de establecer controles contra la creatividad fiscal que emplean las grandes tecnológicas. No, al contrario. Se deben intensificar las acciones y evitar figuras como el "doble irlandés" o el "sandwich holandés", técnicas tributarias para eludir el pago de impuestos en un lugar determinado y derivarlas a otro más benevolente. Se debe intentar que se tribute en España por lo que se genera en España.
Lo que estoy criticando es la creación de una nueva figura impositiva contra un sector que aporta valor añadido a nuestras vidas, mejores salarios a nuestros trabajadores y mayor productividad a nuestras empresas. Este aumento de la presión fiscal a las tecnológicas es discriminatorio respecto a otros sectores.
La propuesta de Montoro emula otra europea, solo que aquí el enconamiento hacia lo tecnológico es mucho mayor. Si la Comisión Europea pretende gravar a las empresas tecnológicas que facturen más de 750 millones de euros, en España aún mostramos más agresividad hacia ellas bajando el listón a 7 millones. 100 veces más agresivos que Europa. Ya no solo hablamos de castigar las grandes. Aquí no se salvan ni las startups un poco espabiladas.
Las empresas más grandes del mundo en términos de capitalización (valor de las acciones en circulación) son tecnológicas y americanas. No es coincidencia que sea en Estados Unidos donde se dé el caldo de cultivo perfecto para que surjan y se consoliden las empresas tecnológicas. Allí todo son facilidades para mediar entre la idea y la implementación; entre el emprendedor y el empresario.
Solo 2 empresas españolas están entre las 100 más valiosas del mundo (Banco Santander en 77ª posición e Inditex en la 85ª). Ninguna es tecnológica. Y ninguna lo será en los próximos años si persisten estas medidas punitivas. Las 3 empresas más ricas del mundo son tecnológicas (Apple, Alphabet o Google y Microsoft), la cuarta es Amazon (tecnológica y de consumo) y la sexta Facebook, también tecnológica. Todas ellas americanas aunque entre las 10 primeras haya 3 chinas, 2 de ellas, por cierto, tecnológias.
Mientras en Estados Unidos y China hacen crecer unicornios, en España lo ahuyentamos. No es de extrañar que aquí nunca surja un Elon Musk, un Bill Gates o un Steve Jobs. Y no es por falta de talento. Es por un sistema educativo que no fomenta la creatividad y enseña a formar buenos trabajadores y no buenos empresarios. Y si alguno se quiere lanzar a la aventura se encuentra con un sistema burocrático a que no fomenta la implementación ni la financiación de buenos proyectos.
Steve Jobs quiso mejorar el mundo a través de la tecnología y lo consiguió. Montoro quiere penalizarla. No solo crea un impuesto nuevo sino que destina un bajo porcentaje de los Presupuestos Generales del Estado a Investigación, Desarrollo e Innovación y al final solo se ejecutan 4 de cada 10 euros. Los 6 euros restantes se derivan a otros sectores. Diferentes modos de entender el progreso. Si fuera por éste ultimo, Apple todavía seguiría en un garaje. O ni siquiera. El Ayuntamiento diría que no es apto para desarrollar una actividad económica. Así es un país que solo entiende de servicios.