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De Guatemala a Guatepeor

Por Sebastià Salas
martes 24 de abril de 2018, 03:00h

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Uno de los atributos que se le debe exigir a un político es la seriedad en el compromiso de su tarea. A ello, habría que sumar la defensa del interés general y la honradez –mostrada y debida– tanto en una esfera pública como privada.

En la actualidad política imperan los improperios y las acusaciones enmarcadas en grandes discursos maximalistas. Se habla del rival político más en términos de enemigo que de contrincante. Sin concesiones. ¿Dialogar? Lo justo y necesario. Sin excesos. Machacando y derrotando. Así que, llegados a este punto, tal vez nos deberíamos plantear hacer un estudio de los incentivos que tienen los políticos para cambiar estas actitudes. Un estudio que coja de base la teoría de juegos de Nash.

Ante tanta pesadumbre por la falta de un futuro claro, debemos reivindicar la diferencia entre espectáculo y realidad. El espectáculo recogido en ruedas de prensa, entrevistas y mítines. Y la realidad, que es la vuelta al trabajo –en sede parlamentaria– los lunes por la mañana. De la “fiesta” a la rutina. Y la rutina exige dedicación y eficacia en la consecución de los objetivos políticos. Porque no debemos olvidar que la política es y debe ser un medio para la consecución de unos fines sociales. Las personas como base de estos objetivos políticos. Jamás como base de acumulación de poder.

Pese a lo expuesto, debo admitir mi intención inicial de comparar la política vasca con la política balear. Después del “espectáculo” vivido en la conferencia de turismo organizada por el PP, solo me queda calificarla de bochornosa. Y nos da pistas del porqué jamás han sido escuchadas nuestras reclamaciones. El 75% de descuento entre península e islas es un objetivo estructural porque afecta al desarrollo de las relaciones de nuestra tierra con la Península y ahonda en el beneficio de la movilidad.

Sin embargo, que un –potencial– presidente de Balears actúe con una mezcla de peloterío y ridiculez al mismo tiempo, me genera una terrible incertidumbre. Si este es el futuro o la alternativa a un tripartito de izquierdas... Por tanto, la consolidación de un espacio centrista que abarque un amplio espectro de la sociedad balear con marca propia es una necesidad imperiosa. Y repito, consolidación. Generar un proyecto sólido, serio y comprometido con nuestra sociedad pluriinsular. Se acabó la época de pedir limosna y “actuar en gallego” para contentar al presidente de turno. Ha llegado la hora de actuar con firmeza, exigiendo nuestras pretensiones y asumiendo un verdadero papel de responsabilidad de Estado desde casa, desde Balears.

Tomar el relevo o la cooperación del Partido Nacionalista Vasco y de Coalición Canaria para hacer frente a una izquierda desnortada y a una derecha recentralizadora y neoliberal en auge. Asumiendo a su vez, el éxito en el desarrollo social y territorial del sistema autonómico. Perfeccionarlo y sabiendo que gracias a él se ha logrado la consecución de un verdadero Estado del Bienestar.

Si nos rendimos o no aportamos lo suficiente para consolidar dicho espacio político, habremos fracasado y nos quedarán años por delante de “actuar en gallego” siendo una caricatura de nosotros mismos. Sin pausa. De lo contrario, vamos de Guatemala a Guatepeor...

He dicho.

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