No deja de sorprender la descomunal repercusión mediática que ha tenido el video en que la reina Sofia y la reina Letizia protagonizan lo que, a simple vista, parece un encontronazo entre ambas por una foto que quiso hacerse la reina emérita con sus nietas. El video circuló por la redes el martes por la tarde y fue recogido, rápidamente, por la prensa digital (incluido este diario) y los magacines televisivos; este miércoles ya era objeto de las portadas de los principales diarios, lo recogían las cadenas nacionales de televisión, las tertulias radiofónicas y hallaba hueco en la prensa internacional.
El eco ha sido extraordinario para un video que dura menos de un minuto y que puede admitir tantas interpretaciones como se deseen. El torrente de opiniones vertido sobre el asunto, además, ha desbordado lo imaginable, la mayoría de ellas criticando la acción de la reina Letizia recurriendo al tópico de la relación suegra-nuera.
Todo parece desproporcionado. Y es que deberían verse con más normalidad las actitudes de nuestros "royals" sin entrar en interpretaciones nacidas del más absoluto desconocimiento y que obedecen a juicios preconcebidos, influidos por las simpatías o la animadversión de cada cual.
En todo caso, la reflexion principal nos conduce a constatar la extrema sensibilidad social que existe en España sobre cualquier cuestión relativa a la Famila Real. No es casual que un simple gesto que pudiera pasar desapercibido o quedar en anécdota haya alcanzado tal proyección. Indica lo mucho que observan los ciudadanos las acciones de nuestra monarquía, la institucion sobre la que se basa nuestro sistema y que, unos y otros, deberían proteger con tanto esmero como distancia.