No estoy bien, me cubo
Quién le iba a decir al padre de Lorenzo Llamas, muerto en el parto, que su última frase se haría tan famosa este verano y no sin motivo.
Confieso que el otro Lorenzo se ha apoderado de mi teclado, que no de mi pluma lo que hubiera sido menos prosaico, y por ello me limitaré a hacer un paseo por estos días de bochorno donde la estupefacción ante los devenires no nos altera las ganas de adentrarnos en un agosto que esperamos pueda resultar un bálsamo para nuestros ánimos.
Estas fechas ayudan a relativizar un poco más todo aquello que nos envuelve, aunque ello no significa que cesen muchas de las cosas que caldean nuestros ánimos en épocas menos sofocantes. Puede que, como nuestro cuerpo está poseído por esta calor mefistofélica, muchas de esos sucesos que nos hierven la sangre en otras épocas, durante la canícula quedan en un segundo plano.
Aún así, nuestro paisaje seguirá siendo el mismo a pesar que mañana muchos inicien su mes de supuesto reposo. Repasemos: la factura de la electricidad no bajará, el problema de la suciedad seguirá junto con la clase guarra que la sustenta, la clase política seguirá en su eterna precampaña machacándonos con los defectos de los contrincantes y no con sus virtudes, el IVA seguirá estando en el 21%, la mayoría de los nuevos contratos de trabajo serán precarios...
Ante ello no se puede recomendar abrir la boca y tomar aire, no sea cosa la garganta quede abrasada. Mejor es acudir a una buena playa y relajarse. Ello si no le aparece flotando un envase de plástico con el etiquetado en árabe. No se quiere que lleguen residuos de fuera de Mallorca a Son Reus vía importación y ahora resulta que nos comparecen vía marítima procedentes del norte de África.
Pues eso, me cubo.