Un partido político con escaso apoyo social, VOX, ha presentado una denuncia ante la Fiscalía contra el alcalde de Palma, Antoni Noguera, de Més per Palma, por unas declaraciones que este hizo en la vía pública, en un ámbito completamente privado y particular, y que fueron grabadas el viernes 6 de octubre por la noche y sin su consentimiento. Concretamente, el primer edil de Cort dijo: “estoy hasta los putos cojones de España”. Noguera se defendió en su momento con el argumento de que la frase estaba sacada de contexto y que hacía alusión al actor catalán fallecido en 2009 Pepe Rubianes.
Es evidente que VOX, una formación que políticamente se sitúa más a la derecha que el PP, de corte españolista y que renunció a presentarse a las elecciones autonómicas y municipales de 2015, por lo que se desconoce el respaldo electoral que tiene detrás, busca su minuto de gloria y acaparar titulares, pues es muy dudoso que la denuncia tenga posibilidades de prosperar, teniendo en cuenta el contexto de la frase pronunciada por Noguera y su derecho a la libertad de expresión. Deducir de esa frase que se trata de una provocación al odio, tipificada en el artículo 510 del Código Penal, es bastante peregrino.
Sin embargo, el joven alcalde de la capital de Mallorca debiera reflexionar sobre su modo de conducirse, pues sus palabras no fueron ni correctas ni adecuadas. Y es que ser la primera autoridad municipal de Palma no es tarea tan sencilla como quizás él pensaba. De hecho, las entidades satélite de su propio partido, Més per Mallorca, no ahorran críticas contra sus dirigentes y cargos públicos, decepcionados por las políticas que estos llevan a cabo. Ahí está el caso de los premios ‘Sinofós’, que Més per Palma quiso otorgar al movimiento social ‘Ciutat per qui l’habita’, que estos han rechazado.
Cuando se está en la oposición, con hacer discursos, tuits críticos y fotos con cartelitos de corcho para colgarlas en las redes sociales, es suficiente. Pero cuando se debe gestionar desde los despachos oficiales, eso ya no vale. Es preciso solucionar los problemas de la gente, que en el ámbito municipal suelen ser asuntos muy cotidianos y de ir por casa: la limpieza de la ciudad, el transporte público, el tráfico y el aparcamiento, ese tipo de cosas que parece que a los políticos de Cort se les quedan pequeñas porque ellos están en la cuestión catalana, la abolición del patriarcado, la crisis de los refugiados o el TTIP.
Un alcalde debe guardarse de lanzar improperios en la vía pública y ha de mostrarse más prudente, mesurado y cauto. Y preocuparse de solucionar los problemas de los vecinos, en lugar de encender los ánimos y hacer oposición a la oposición. Noguera comprueba ahora que no es fácil ser alcalde, pero si procura ser más moderado y asimilar que es el alcalde de todos los palmesanos y palmesanas, le hayan votado o no, seguro que le será más fácil. A fin de cuentas, a él le han votado pocos y aún así gobierna Cort. ¿Tiene razones para estar hasta los cojones de España? Más debiera estar agradecido.