Este domingo por la noche juegan el Betís y el Valencia en el Benito Villamarín, allí en el sevillano barrio de Heliópolis. No tendría mayor interés para nosotros, más allá de la espectación que despiertan dos de los equipos de primera división más en forma hoy dia, de no mediar que coinciden Serra Ferrer y Mateu Alemany, uno en cada bando, dos dirigentes mallorquines y mallorquinistas denostados en su propia casa y glorificados en la ajena mientras el Mallorca se debate fuera del fútbol profesional. Al de Sa Pobla le hicieron la vida imposible por inconfesables intereses, mediáticos algunos de ellos, en pro de dudosos personajes ávidos de no menos extraños negocios y proveedores de voraces bolsillos sin fondo. Al andritxol, que había acudido al rescate de la quiebra de Drac en inmejorables condiciones, le dejaron caer sin paracaídas desde una altura que superaba sus límites. Así es escribió una negra página de la historia del club, mal contada sino ignorada, en los libros o libretos oficiales.
Aunque el campeonato apenas ha emprendido sus primeros pasos, los andaluces viajan en el cómodo furgón de aquellos que aspiran a regresar a Europa, vencida la etapa de los especuladores que han mantenido en vilo a su afición. Más que nunca de sus socios y simpatizantes, ¡qué envidia!, vuelve a ser un club respetado socialmente y encauzado deportivamente gracias a la gestión de nuestro paisano. Lo mismo sucede a orillas del Turia, donde al amparo de un respaldo económico solvente, ha reverdecido el vuelo que hizo de Mestalla un santuario del fútbol elitista en el que, por algún tiempo, habitó Héctor Cúper, tan admirado en el Lluis Sitjar, como desnortado en Son Moix.
Si, esta semana juegan el Betis y el Valencia y nuestros pensamientos se llenan de nostalgia, pero también de indignación al rememorar el linchamiento de las turbas junto al Cami dels Reis en lugar de escuchar el rumor de lo que debieran ser oleadas de agradecimiento y admiración.